El sector olivarero, integrante de la trilogía de cultivos mediterráneos (vid, olivar y cereal), ha venido desempeñando un importante papel en nuestro sector agrario y en nuestro medio rural. Y ha sido así tanto desde el punto de vista económico, por el valor de sus producciones, como bajo el punto de vista social por el trabajo que genera en las tareas de cultivo, en las de transformación y en las de comercialización.
En los últimos tiempos este producto, y por lo tanto el sector, está atravesando una delicada situación motivada de una parte por la condiciones de oligopolio de la comercialización y distribución del producto, y de otra, por la falta de sensibilidad de la Comisión de la Unión Europea, encargada y responsable de la regulación del sector.
Castilla-La Mancha, aunque a gran distancia de Andalucía, es la segunda región en extensión y producción de España, con aproximadamente el 15% de la producción nacional y casi 400.000 hectáreas de cultivo y unas 70.000 toneladas de producción, pero más importante todavía para la ordenación del territorio regional es que está implantado en las cincos provincias de la región, en zonas con difícil sustitución en la alternativa de cultivos y con un elevado grado de reconocimiento a su calidad amparado en varia denominaciones de origen.
El aceite de oliva está incluido en la dieta mediterránea y reconocido recientemente como Patrimonio de la Humanidad por la defensa que de la misma ha realizado el Gobierno español en base a sus valores saludables, formando parte de una larga cultura alimentaria española y donde ha desempeñado y desempeña un papel fundamental. Por ello observamos con agrado como cada vez se incorporan mayor número de reconocimientos a los valores saludables.
Ahora este sector atraviesa una delicada situación de crisis, una crisis de precios que, hay que recordarlo, pone el mercado, pero como referencia en el precio orientativo para el almacenamiento que fija la Comisión de la UE. No es de producción ni de consumo, es de precios. Unas veces porque se sitúan por debajo de los costes de producción, y otras porque este producto ligado a nuestra cultura se utiliza como producto reclamo en las grandes superficies, demostrando con ello también un gran menosprecio para un producto con grandes valores.
Por ello, es necesario que quien tiene la responsabilidad de actuar, que actúe, en este caso la Unión Europea a través el Comisario de Agricultura, para demostrar así preocupación y sensibilidad con el sector, y para lo que se hace indispensable aceptar dos cosas: a) una autorización inmediata para ayudar al almacenamiento privado del aceite de oliva, y con ello retirar producto del mercado, y b) revisar los precios de referencia del mercado del aceite que se mantienen para el almacenamiento a precios de hace más de 15 años, cuando en este periodo los gastos de explotación se han incorporado considerablemente.
Son dos aspectos, en los cuales hay que actuar urgentemente para dinamizar el sector, un sector que está reclamando que se actúe ya. De otra parte, esta situación debe ser un motivo de reflexión para el futuro, a fin de analizar los efectos perversos que han tenido para el sector, con la retirada en la reforma de la PAC del 2003 de las medidas de intervención del mercado.
Hasta ahora estimo que la oferta realizada por el Presidente Barreda al sector demuestra preocupación y la sensibilidad por el mismo, como así lo han reconocido sus representantes, y a la vez espero que se hagan eco del mismo a nivel nacional para que se lleve a cabo este almacenamiento y, con ello, dinamizar definitivamente y como se merece el sector.