Decenas de personas participaron con sus trajes y artilugios rodantes en Argamasilla de Alba
Como manda la reciente tradición argamasillera, el martes de Carnaval está dedicado a las máscaras callejeras o “máscaras guarras”, es decir, a la improvisación y a la originalidad más absurda. Buenos son para este día, pantalones viejos del padre o del abuelo, una bata abandonada en el trastero, un trozo de sabana con dos agujeros para taparse la cara; también es necesario algún tipo de artilugio rodante, un carro viejo, bicicleta, moto o coche para tirar o montar sobre él, finalmente tan solo queda salir a la calle a incordiar y hacer ruido.
Así en la calle La Solana, lugar de la concentración, el público y transeúntes pudieron ver a un joven sobre una bicicleta portando una caja con cepas y atado a ella un salicor de La Mancha o correcaminos, más conocido en la zona como “malvencino”, que ganó el premio individual, dotado con 50 euros; mientras que una especie de enfermeros, que se hicieron con el premio a la mejor pareja y 70 euros, anunciaban servicios de WC a domicilio en un carrillo en el que un muñeco no dejaba de orinar; el premio de 100 euros al mejor grupo fue para ocho “monjas”, un “cura” y un “obispo”, que se trasladaban en un Dyane 6 furgoneta y sobre el que podía leerse “Las sorcitroën”.
Pero también pudo verse una vespa-ambulancia, los “niños y niñas de San Ildefonso” cantando lo números de la lotería nacional, tres chicas veraneando en mitad de la calle, un grupo de “senegaleses” y otras muchas indescriptibles máscaras.
No faltaron a su cita con este día los usuarios de la ludoteca, que celebraron paralelamente, en el mismo lugar, su concurso de “mascara guarra”.