Después de muchos años instalados en un alto cargo hay políticos a los que se les hace complicado distinguir dónde termina su papel y dónde empieza su rol personal. Se les deben entremezclar en la mente de tal forma que las decisiones políticas se convierten en personales y éstas se ven salpicadas por la política. Esa deformación es la que hace que, los sempiternos cargos, al escuchar una crítica sobre su gestión política, la confundan con un ataque a su persona o, si sus ínfulas son de magnitud suficiente, contra el territorio que gobiernan. Lo más grave que produce el exceso de tiempo en un cargo político es que los afectados llegan a no saber distinguir entre inmunidad e impunidad política.
Su comportamiento con la CCM hace de José Mª Barreda el paradigma de la referida clase de altos cargos. Lo digo porque hay que creerse políticamente inmune (las urnas le demostrarán lo contrario) para pensar que puede desvincularse de las responsabilidades que le corresponden por no haber evitado la desaparición de la Caja Regional.
Nadie podrá olvidar nunca que, para presidir la CCM, a pesar de haber dicho que ningún político dirigiría la caja regional, el Gobierno socialista, del que él formaba parte, colocó a Juan Pedro Hernández Moltó, que había sido Secretario General del PSOE en la región, Diputado Nacional y Consejero de Economía. Un hombre que, cuando no supo ganar la alcaldía de Toledo, fue recolocado al más puro estilo socialista y le pusieron a presidir la Caja. Este hombre fue aquel que se hizo popular cuando vimos en televisión cómo increpaba al gobernador del Banco de España con aquello de: “¡Míreme a la cara, señor Rubio!, ¡de frente!, ¿me recuerda, verdad? ¿Usted es consciente de las consecuencias que está generando en la sociedad española su proceder, su pasividad, su falta de respuesta?”.
Aunque ya se oían campanas por todas partes, la tarde del 29 de marzo del 2009, nos merendamos con la intervención de la CCM y la destitución por el Banco de España de Hernández Moltó, debido a un agujero en la Caja de miles de millones de euros. Una lamentable situación que, según exige la ley, Barreda tendría que haber impedido que se produjese. Inexplicablemente se ha negado hasta en ocho ocasiones a crear en las Cortes Regionales una Comisión de Investigación sobre el asunto, precisamente él, que tendría que haber sido el primero en dejar meridianamente claro cuáles fueron las causas que motivaron las tan luctuosas intervención y defenestración. También tendría que haber aclarado la presunta participación de la CCM en proyectos íntimamente ligados al Gobierno Regional, y, muy detalladamente, debería haber aclarado la presunta concesión de créditos a determinadas personas que obtuvieron préstamos que, también presuntamente, utilizaron para comprar acciones en determinadas inmobiliarias, con las cuales pignoraban el dinero que la Caja les había concedido.
Para extraviar en el tiempo la enorme trascendencia y magnitud de lo ocurrido, durante dos largos años, Barreda ha estado haciendo lo que mejor sabe hacer, crear cortinas de humo a base de conflictos espurios con el Partido Popular, pero, aunque lo ha intentado denodadamente, nadie va olvidar que él formaba parte del Gobierno que nombró a Hernández Moltó y que él era el presidente regional cuando en la CCM, presuntamente, se cometían tan graves irregularidades.
Moltó anda diciendo que va a hablar y largo. Puede que después de que lo haga alguien increpe a Barreda con aquello de: “¡Míreme a la cara, señor Barreda!, ¡de frente!, ¿me recuerda, verdad? ¿Usted es consciente de las consecuencias que están generando en la sociedad castellano manchega su proceder, su pasividad, su falta de respuesta?”.