El “elegido”

Normalmente está mal visto el que alguien se crea el imprescindible para algo, y no digamos si además uno se autoproclama el “elegido”. Este es el caso de nuestro Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que ganó las últimas elecciones con un discurso social, porque era lo que necesitaba el país, y ahora va a hacer todo lo contrario con la misma convicción con la que negó la crisis o con la que dijo que mientras el gobernara nunca se harían decretazos, ni reformas laborales, ni recortes sociales, ni recortes en las pensiones.

Atrás queda todo el discurso sobre el talante, el consenso, el respeto y cariño hacia la Izquierda, hacia IU especialmente, y toda esa palabrería con la que encandiló a l@s español@ s, sobre todo a l@s de izquierdas.

Ahora, y con la fe del converso, acometerá el mayor paquete de contrarreformas económicas, sociales y políticas de la historia reciente española. Recrecido en su nuevo papel “neo-liberal progresista”, amenaza con seguir adelante con unas reformas, “cueste lo que le cueste”.

Hay que tener mucha cara al decir “cueste lo que le cueste”, porque a él no le va afectar el retraso de la edad de jubilación, ni los recortes sociales ni salariales de los trabajadores, pues como sus predecesores Aznar y González, vendrá alguna gran compañía a colocarlo de Consejero con un sueldo millonario, libre de toda reforma laboral y de subsidio por desempleo.

Tampoco sabemos qué coste político va a asumir, ya que el desgaste los sufrirá el PSOE en todos los ámbitos; local, regional, nacional, europeo,  además cuando su partido ya le ha amortizado, y ya están a la búsqueda de relevo.

¿De qué coste nos habla entonces Zapatero? Yo al menos no encuentro donde está el coste, pues el que se cree el elegido confía en que al final la Historia lo absolverá.

Los que sí sabemos quienes vamos a pagar el coste somos la inmensa mayoría de nosotr@s, con pérdidas de capacidad de renta (el IPC del 2010 al 3% mientras los salarios se han congelado, caído o subido un 2%), con casi 5 millones de parados, 1 millón de hogares sin ningún ingreso, con más de 100.000 desahucios en 2010, con un retraso de la edad de jubilación que seguirá frenando la incorporación de los jóvenes al trabajo, condenándolos a la emigración (vean los cantos recientes del milagro alemán), y poniendo en serio peligro los servicios públicos que han dado un mínimo de dignidad en educación, sanidad y asistencia social.

Zapatero ha mentido a los españoles en algún momento, o cuando tenía ese discurso social del 2008, o este nuevo reformista del 2010-2011, porque no es cierto que para un país, ni para nadie, sea bueno una cosa y la contraria.

Bajo la apariencia de reformas económicas al gusto de los mercados, se está acometiendo la mayor reforma del texto constitucional español, en el que el derecho y el deber de trabajar, a la vivienda, al acceso a la sanidad, la educación, la cultura y a una pensión pública digna, se convierten en papel mojado, para que sea el “mercado” quien decida.

El autoproclamado elegido para la gran reforma en España, se parece más al caballo de Atila que al espíritu reformador de la Segunda República Española, en que gente como Azaña y Ortega y Gasset confluyeron en ese impulso renovador para sacar a España de las Tinieblas. A día de hoy, mientras Zapatero acumula desencanto entre propios y extraños, la derecha más incapaz e insolvente de la democracia se frota las manos sabedora de que el desgaste político y social de estas reformas las sufrirá la Izquierda Social y Política.

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