Se barruntaba una tarde mágica, de las que huelen a historia balompédica y eso ya antes de empezar el duelo por excelencia de los campeonatos del mundo: la República Bananera de Barreda contra la Unión de Estados Liberales de Cospedal.
El encuentro venía precedido de la polémica desatada semanas atrás por el medio centro defensivo de la RB, Josele Caballero, que profirió amenazas contra una serie de periodistas que seguían los pasos del combinado bananero desde su llegada a Suda-África.
No había dado la orden de comenzar el colegiado cuando el volante zurdo de la UEL, Vicente Tirado, dirigió al árbitro una serie de improperios. Según declaró más tarde en la zona mixta, Josele Caballero podría haberle provocado con comentarios sobre vacaciones y bañadores de dudoso gusto a cargo del patrocinador de ambas escuadras, la Real Federación Bananera de Cajas. El juez de la contienda no lo dudó y mostró dos tarjetas rojas a Tirado que podría perderse el resto del mundial, a la espera de lo que dictamine la GRIFA. No arrancó bien el encuentro para los de Cospedal.
Los primeros minutos fueron de tanteo, con mucha presión en medio campo y con excesivo respeto entre los dos equipos. Apenas cabría destacar una internada por la banda de Rosa Romero que intentó su jugada más popular, la rotondinha. Pero ya dentro del área y cuando había cargado la pierna presta para el remate, apareció De Lara atento al corte.
Mediada la primera parte, los colorados de la RB hicieron valer su superioridad numérica. Los acercamientos al área rival se sucedieron, pero sin llegar a tener ocasiones claras de gol y muy lejos de llegar a poder materializarlas. El más voluntarioso fue Jesús Martín, que lo intentó por ambas bandas, pero acabó desesperado reclamando como penalti un claro piscinazo a cinco metros del área de los azulones. El colegiado le mostró tarjeta amarilla.
La grada añadía más tensión si cabe a este duelo. Más de 3.000 paniaguados de la República Bananera hacían sonar con estrépito sendas vuvuzelas para desesperación del técnico de la UEL, Mariano Rajoy, que se desgañitaba en la banda. La capitana Cospedal comentó después del partido que llegó a entender que debían disponerse sobre el campo según un sistema marxista-leninista. Estaba claro que éste era el «partido de los trabajadores».
La segunda parte comenzó tan agarrotada como la primera, pero poco a poco y fruto del cansancio, fueron apareciendo los huecos. La República Bananera pudo abrir el marcador con un fuerte trallazo del virtuoso Hermoso Murillo que cazó una pelota dividida a veinte metros de la portería rival. El meta azulón, Luis Maldonado, despejo a córner en una gran estirada.
El minuto setenta fue clave. Caballero derribó a Cospedal con una zancadilla por detrás. Varios jugadores de la UEL se arremolinaron alrededor del bananero para recriminarle un evidente exceso de violencia en las entradas. Fue entonces cuando Eduardo del Valle perdió los papeles y empujó Cotillas. El árbitro lo vio y mandó al colorado a la ducha. Estuvo a punto de acompañarle su entrenador, José Bono, que se libró por los pelos.
Con diez jugadores en cada bando el campo se ensanchó. El cansancio hizo que la República Bananera se partiera en dos. Arriba Barreda hacía lo imposible por cazar alguna pelota suelta dentro caos que en se había convertido el ataque colorado. Atrás, la línea defensiva comandada por De Lara parecía firme. Los de Cospedal mantuvieron una estructura compacta, pero sin tener muy claro a qué jugar.
Durante los últimos minutos los dos equipos bajaron los brazos. Ya nadie tenía intención de jugar, se conformaban con el empate. Cero a cero y gracias. El árbitro puso fin a uno de los derbis más descafeinados de la historia. El presidente de la GRIFA, Josefo Bláster, declaró: «espero que el catering sea mejor».