Qué cosa tan curiosa me sucedió el otro día. Por casualidad me enteré de que, pocos minutos después, iba a celebrarse, en el Teatro Municipal Quijano de Ciudad Real, una representación del prestigioso Ballet Moscovita de “La bella durmiente” de Tchaikovsky, con la participación de la famosa bailarina rusa Anastasia Volochkova. Rápidamente me dirigí al teatro pensando que sería imposible encontrar entradas, pero me quedé estupefacto al comprobar que la entrada era libre y que aún podía disfrutar del espectáculo. Así que pasé. Pero una nueva sorpresa me esperaba, ya que la sala estaba medio vacía, apenas una veintena de personas.
Nada más sentarme, se apagaron las luces y se abrió el telón. Y entonces ocurrió lo más sorprendente de todo. De repente, empezó a sonar una mala grabación de “Paquito el chocolatero” y, acto seguido, un tipo con aspecto de domador de circo, desaseado y sin afeitar, comenzó a pasear por el escenario, con gran parsimonia, un enorme hipopótamo vestido con un inmenso traje de bailarina de ballet, en el que estaba burdamente cosido el nombre de “Anastasia”.
Apenas daba crédito a lo que pasaba. Noté que tres o cuatro personas de las allí presentes se removían inquietas en sus butacas, pero el resto asistía impertérrita al grotesco espectáculo. No sé cómo pasó, pero me quedé ahí, mirando al hipopótamo, alucinado, alrededor de 30 minutos, hasta que la música cesó y el domador se llevó al paquidermo.
Acto seguido, se encendieron las luces, y de nuevo escuchamos una grabación, esta vez con estruendosos aplausos y bravos. Ahí me di cuenta de que, aparte de esos tres o cuatro espectadores que nos mirábamos estupefactos, el resto de los asistentes eran ¡maniquíes! que agitaban sus brazos torpemente, simulando aplaudir, movidos por cuerdas accionadas desde algún lugar bajo el escenario.
Simultáneamente, como activados por un resorte, los espectadores allí presentes salimos a toda prisa, con la piel de gallina, el corazón palpitando furiosamente, y la sensación de haber asistido a una escena de una película de terror.
Increíble, ¿eh?
Lo reconozco, no es verdad. Pero lo que sí es cierto es que el pasado jueves 13 de mayo, en la sala Carlos Vázquez del antiguo casino de Ciudad Real, a las 18 horas, vivimos una escena casi, casi, tan surrealista como esta. Se trataba, claro, de la presentación del Plan de Sostenibilidad de la Agenda 21 Local.
Tal vez se estén preguntando qué narices es eso de la Agenda 21 Local. Lo explicaré:
La Agenda 21 local
La Agenda 21 local es básicamente un proceso participativo, que se ha comprometido a implantar nuestro ayuntamiento (así como la práctica totalidad de los gobiernos locales castellano-manchegos), cuyo objetivo es el desarrollo sostenible de los municipios. Para alcanzar ese objetivo, se considera indispensable la participación de los ciudadanos. En ese sentido, uno de los compromisos adquiridos por nuestro gobierno municipal al respecto es “impulsar nuestros procedimientos de toma de decisiones a través de una mayor democracia participativa” (Compromisos de Aalborg+10), y uno de sus objetivos “Potenciar nuevos hábitos y valores con tal de profundizar en una verdadera democracia participativa” (“Estructura, funciones y composición de las mesas de participación ciudadana de Ciudad Real”, documento que se entregó a todos los que asistimos a la presentación).
Para implantar la Agenda 21 en Ciudad Real, se va a poner en marcha una estructura que incluye tres mesas de participación ciudadana, una de las cuales, la Ambiental y de territorio, inició su andadura en la citada presentación.
Pues bien, la presentación fue para no perdérsela, se lo aseguro. Digna de una película de los hermanos Marx (¿recuerdan “Sopa de Ganso”?). Se la contaría, pero seguramente no me creerían.
En cualquier caso, lo que no hubo fue democracia participativa, ni siquiera participación ciudadana. Apenas unas 25 asistentes, la mayoría muy cercanos, en distintas formas, al gobierno municipal. 25 de un total de 74.000 habitantes de Ciudad Real (alrededor de 60.000 de ellos, mayores de edad); no es mucho, ¿verdad? ¿Es eso participación ciudadana?
Lo cierto es que se trató de un paripé, chapucero y sin sentido.
Claro que se preguntarán… ¿y por qué va a organizar el ayuntamiento semejante acto, si es algo tan absurdo? ¿Qué necesidad tienen los políticos locales de meterse en camisa de once varas con esto de la participación ciudadana, si la clase política ya hace lo que le da la gana y nadie hace nada?
Estoy seguro de que muchos alcaldes de nuestra región se han preguntado lo mismo antes de implantar sus respectivas Agendas 21 locales.
El motivo
Pero diría que hay un motivo, un motivo de mucho peso.
Y es que, tras más de treinta años de despropósitos, la legitimidad democrática de la clase política está cayendo, y últimamente más, en picado. Muchos ciudadanos están dejando de creerse que esto sea una democracia.
Y ahí entra la Agenda 21, una herramienta genial para lograr el progreso democrático que tanta falta nos hace, pero que, hábilmente corrompida, se puede utilizar para recuperar para sus actos esa legitimidad democrática que están perdiendo. Para eso la está usando la clase política, en la práctica totalidad de los municipios; y el nuestro, claro, no iba a ser una excepción a esa regla.
Los culpables
Pero… ¿saben de quién es la culpa de todo este panorama? Pues nuestra. De los ciudadanos, o más bien debería decir de los súbditos, de los siervos, de los borregos. Porque hacen con nosotros lo que quieren, y les dejamos, y no hacemos nada. Y hasta les votamos.
Y cuando organizan un tinglado para darse pisto de demócratas, donde los ciudadanos podríamos asistir, aunque sólo fuera para dejar constancia de que ese tinglado es una farsa, de que no hay democracia por ninguna parte, ni aparecemos.
Así que, al final, la clase política hace bien en actuar como hace. ¿Por qué iba a hacerlo de otra manera? ¿Por qué iba a ofrecernos la democracia si no la demandamos? Mejor mandan ellos y punto.
Tenemos el régimen político que nos merecemos, ni más, ni menos.
¿No están de acuerdo con esto?
Pues en la Concejalía de Medio Ambiente se puede dar un móvil o un correo electrónico, para que te avisen para la próxima convocatoria de las mesas. Son abiertas, puede asistir cualquier ciudadano… así que allí nos veremos.
Si podemos asistir, claro. Porque el día y la hora de esta primera convocatoria, un jueves a las 18 horas… horario de funcionario… ideal para que asista el menor número de ciudadanos independientes, non gratos al gobierno local. Habrá que cambiar eso también.
En cualquier caso, es lo que hay. La democracia no nos la van a regalar, ni va a venir sola, hace falta demandarla, pelearla, y sacrificarse. Es elección nuestra si la queremos, o no.
Se necesitan ciudadanos. Razón: la democracia.