No es que me guste, pero no tengo más solución que contrarrestar el procedimiento habitual de Barreda. Su procedimiento es muy simple: repetir una y otra vez, hasta el cansancio, una mentira hasta que incluso él se la termina creyendo.
Tengo que reconocer que su pertinacia debe ser tan grande como su descaro, pues, a pesar del desenmascaramiento de sus mentiras al que, una y otra vez, le sometemos desde el Partido Popular, él continúa erre que erre. Debería darse cuenta de que, si grande es su pertinacia, nuestra terquedad no es menor y que sepa que, ante cada mentira que utilice, responderemos con un desmentido. A ver quién puede más.
Desde hace tiempo el señor Barreda viene intoxicando a la opinión pública sobre el tema del agua. Y ahora, con una desfachatez y un cinismo políticamente obscenos, se dedica a mentir a los castellano manchegos y a insultar a la oposición acusándonos de traición y de otras lindezas con un estilo propio de regímenes autoritarios.
Nos acusa de cambiar de estrategia por clientelismo y por sumisión a otras autonomías. La realidad es que es eso precisamente lo que él viene haciendo. Parece no querer acordarse de que la auténtica solución para el problema del agua, no sólo para Castilla-La Mancha, sino para toda España, era el Plan Hidrológico Nacional, que el Partido Popular elaboró, que la U.E. asumió hasta el extremo de comprometerse a su financiación y que, cuando su partido llegó al gobierno, sin ningún miramiento, atendiendo a presiones de otras comunidades regidas por su partido, lo desmontó. Eso sí que fue clientelismo y sumisión.
No me duelen prendas al decirle que el traidor es él. Y le añado además que desde sus inicios como político, hace ya más de 30 años, ha tratado el tema del agua con una incompetencia y una frivolidad pasmosas. Y le insto a que no mienta más. Que se deje de engañifas. Que se deje de numeritos circenses, de gestos teatrales y de proclamas con pose de héroe numantino. Que asuma su responsabilidad. Que haga lo que hace tiempo tendría que haber hecho: lograr que Castilla-La Mancha tenga el agua que necesita para su desarrollo y bienestar.
Nadie duda de que, tras sus soflamas no hay más que demagogia y electoralismo. Es voz común que Barreda no quería ni atado que la Reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha pasase al Congreso de los Diputados, porque sabía que allí Zapatero y sus colegas levantinos, incluyendo entre ellos a la señora de la Vega y a la poliglota señora Pajín, lo dejarían en evidencia, y es por lo que, antes de pasar la vergüenza de que su propio partido no vote la reforma propuesta, ha preferido volver a mentir.
Aunque parezca una entelequia, desde el Partido Popular, apelamos a su responsabilidad y le exigimos que se deje de desplantes de mal político y que abandone la postura de absurda soberbia que ha mantenido desde que presentamos en el Congreso el texto de Reforma del Estatuto, porque, tal y como lo está haciendo, en el asunto del agua, lo que ha conseguido ha sido multiplicarnos por cero.