Santiago Lucas-Torres, alcalde de Campo de Criptana; Rafael Spottorno, director de la Fundación Caja Madrid y Esteban Gómez, director de Negocio Castilla-La Mancha y Extremadura de Caja Madrid han presentado hoy la finalización de las obras del Plan Especial de Protección y Conservación de la Sierra de los Molinos y Barrio del Albaicín, que, entre otras iniciativas, ha comprendido la restauración de los emblemáticos molinos de esta población manchega. Restaurados en 2008 los molinos históricos del siglo XVI, “Infanto”, “Burleta” y “Sardinero”, concluye ahora la restauración de los siete molinos restantes.
El Plan Especial
Ejecutado por el Departamento de Patrimonio Histórico de la Fundación Caja Madrid, esta acción forma parte de un convenio, formalizado en abril de 2005 entre el Ayuntamiento de Campo de Criptana y la entidad, en el que ambas instituciones ponían en marcha el Plan Especial de Protección de la Sierra de los Molinos y su entorno, un proyecto integral que garantiza la salvaguarda, la gestión y puesta en valor del conjunto monumental y entorno paisajístico de la Sierra de los Molinos y el Cerro de la Paz, que incluye la restauración de estos monumentos. Este Plan Especial tiene tres ejes:
La protección del paisaje de Campo de Criptana, mediante instrumentos encaminados a conservar y mantener los aspectos significativos y definidores de ese paisaje, justificados por un valor patrimonial que deriva de su configuración natural y acción humana a lo largo de la historia.
La gestión del paisaje de Campo de Criptana, desde una perspectiva de desarrollo inteligente y a largo plazo, enfocada a garantizar el mantenimiento regular del paisaje, guiando y armonizando las transformaciones inducidas por los procesos de evolución social, económica y medioambiental.
La ordenación del paisaje de Campo de Criptana, a través de instrumentos con vistas a mejorar y restaurar el paisaje rural y urbano de Campo de Criptana.
Este Plan, que ya ha impulsado toda una serie de iniciativas promovidas por el Ayuntamiento para restaurar con diversas ayudas el Barrio del Albaicín, es el primer instrumento de protección y gestión elaborado en España desde los presupuestos doctrinales de la Conservación Europea del Paisaje, suscrita por los estados miembros del Consejo de Europa en 2000, pero sólo ratificado por España en noviembre de 2007 y en vigor desde marzo de 2008.
El Plan Especial finalizado por el Ayuntamiento de Campo de Criptana y la Fundación Caja Madrid ha contado con un presupuesto global de 840.000 euros, de los cuales 480.000 han sido aportados por la Fundación y 360.000 por el Ayuntamiento.
La restauración de los molinos
En junio de 2008 tuvo lugar la puesta en funcionamiento simbólica de los tres primeros molinos restaurados, los más antiguos del conjunto, construidos en el siglo XVI. Todos los molinos restaurados, además de recobrar su aspecto original, han recuperado su maquinaria y mecanismos originales, lo que les permite moler grano tal y como hacían históricamente, gracias a la reconstrucción minuciosa de sus mecanismos.
Según el informe elaborado por la Fundación Caja Madrid, el deterioro de los molinos se debía al cese de la actividad de éstos y a intervenciones poco afortunadas de las últimas décadas. Por otra parte, elementos de gran importancia para estas construcciones, como la cubierta o las propias aspas, habían desaparecido o no se correspondían con el modelo original. Otros elementos que habían afectado a la conservación del conjunto eran la degradación del entorno paisajístico y la aparición en el núcleo urbano de elementos de impacto visual negativo, junto a la utilización de materiales de construcción no tradicionales.
Desde un punto de vista etnográfico e industrial los molinos de viento de Campo de Criptana constituyen un interesante patrimonio que, además, se considera seña de identidad del territorio manchego y español. En el siglo XVIII, el Catastro del Marqués de la Ensenada documentaba la existencia de 34 molinos harineros en Campo de Criptana. Hoy se conservan diez, de los cuales tres, los denominados “Sardinero”, “Burleta” e “Infanto” datan del siglo XVI y están declarados Bienes de Interés Cultural desde 1979. Además, y según los estudiosos, los molinos de Campo de Criptana son los que Cervantes describe en el capítulo VIII del Quijote y que su protagonista confunde con gigantes, en uno de los episodios más conocidos de la novela.
El molino característico de Campo de Criptana se conoce como “molino de torre”. Consta de un “tambor” o base, construido en piedra, que reduce su sección en altura con dos niveles. Exteriormente se enfosca con mortero de cal y arena encalándose para protegerlo. La planta circular, con un grueso muro, soporta una cubierta de estructura de madera a veces cubierta de zinc y en los más antiguos de madera, de forma que se pueda orientar al viento.
Los molinos disponen de tres plantas, alojándose en la superior, las dos piedras de moler y el acceso se hace a través de una escalera de mampostería apoyada en el muro. En la planta inferior se almacenaba la harina y en la parte superior o “camareta” es donde se recogía desde un canalón procedente de la piedra de moler. Los molinos cuentan con cuatro aspas con vara central o palo de gobierno.
El deslizamiento del techo es giratorio sobre hierros aparejados circularmente y la harina cae a un piso inferior, mediante un canalón de madera. Cuando se necesitaba la máxima potencia de las palas y el rotor, se orientaban de cara al viento. Para realizar esta operación el palo de gobierno apoyado en el fraile o pieza central del cono era el encargado de la orientación de la cubierta. El palo se sujetaba al borriquillo, elemento de madera que permitía su sujeción junto con los hitos o elementos de piedra permanentes. Para conocer el viento predominante en cada momento se abrían los ventanillos dispuestos en el nivel superior y llamados: mediodía, moriscote, ábrego, hondo, toledano, matacabras, cierzo, solano hondo, solano alto y solano fijo.