Como buena región limosnera, Castilla–La Mancha está condenada a un covachuelismo de miserias galdosianas: el 25 por ciento de los trabajadores castellano-manchegos son funcionarios, lo que sitúa a esta comunidad autónoma en la segunda de España con mayor número de empleados públicos. Hermoso y honrado es servir al interés general, pero no tanto cuando el poder mediatiza su maquinaria hasta convertirla en el pan y la sal del ciudadano.
La burocracia es aquí uno de los sectores económicos más potentes. Bienaventurado el personal laboral fijo, porque él poseerá la tierra. La Administración es el último refugio contra la radiación letal de un sector privado aquejado de terribles tumoraciones. Fallo crítico en el sistema. Las masas mutantes y hambrientas son las desheredadas del oportunismo capitalista, que les abandona a su suerte y les obliga a mirar hacia la Administración para caer atrapadas en la telaraña del clientelismo político.
Bienaventurados los que entren en la lista de escala técnica auxiliar, porque ellos serán consolados. Gracias a la Administración trabaja el funcionario y el proveedor; el cargo de libre designación y el beneficiario de un plan de empleo. La Administración es la empresa matriz, un monstruoso arácnido que atrapa los votos y los convierte en género de cambio. Las papeletas electorales son la materia prima de la industria, y la industria es ahora la Política, que actúa como el motor de los mercados.
Ministerios, consejerías, diputaciones, fundaciones, confederaciones, cámaras de comercio, ayuntamientos, mancomunidades, hospitales, cajas de ahorros, universidades, oficinas europeas, asociaciones, empresas privadas de capital público y demás patatales son las nuevas corporaciones que sustentan una economía amoñada en un burocratismo de levita y manguito, no por más caro menos ineficaz.
Bienaventurados los administrativos del grupo C1, porque de ellos es el reino de los cielos. Los nuevos parias son ahora los abogados, arquitectos, ingenieros, médicos, científicos, investigadores asfixiados en nóminas sacadas de convenio. Potencial desperdiciado. Valientes cascaciruelas. El modelo de producción se basa ahora en instancias, certificados, anuncios, expedientes, resoluciones, notificaciones, en un océano de papeles que engulle el derecho del usuario a ser atendido con agilidad y conforme a sus necesidades reales.
Sección C. Negociado de Sanciones. La ventanilla es el mismo tótem sagrado que desesperara a Larra hasta el suicidio. Vuelva usted mañana. ¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Compulse, acredite, incoe, expediente, alegue, selle, rellene, adjunte modelo 145. Bienaventurados los interinos, porque ellos obtendrán misericordia.
Vivimos la parodia de una democracia adulterada sumida aún en las pesadillas políticas del siglo XIX: todos anhelamos un destinito. Pero la gravedad reside en que la Administración es hoy un colosal búnker defendido por presupuestívoros, agregados y accidentales comandados por cargos políticos que, en demasiadas ocasiones, ni en su vida las vieron más gordas, ni jamás tuvieron la obligación de pasar el corte de un tribunal.
No son pocos los funcionarios probos, profesionales de carrera que mantienen la ilusión. Tampoco quienes sueñan con la plaza, el juicio trastornado con leyes y reales decretos. Hay aspirantes abandonados a la desolación del estudio nocturno, petrificados bajo el haz de un flexo, que fantasean con fichar a en punto mientras comprimen en su caletre bolsas y provisiones de plazas, reglamentos y estatutos, pruebas de Excel y psicotécnicos.
Pero frente a estos son legión quienes hacen de la política el atajo del medrador, supervivientes de los entes: libremente designados en los organismos públicos y semipúblicos a la espera de la consolidación de empleo que legalice su contratación, tienen la sonrisa congelada en un rictus de nerviosismo, sentenciados de por vida a hacer reverendísimas cucamonas a los archipámpanos que en tan alta posición les encumbraron.
Bienaventurados los cargos de confianza, porque ellos serán saciados, y sobre todos ellos bienaventurados los pacientes, el resto de los ciudadanos, porque… no les quedará más remedio.
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