«El presidente del Congreso insistió en que los directivos transmitieran a sus redacciones que los diputados trabajan de lunes a viernes y no son unos vagos«… en un derroche de imaginación.
Lamentablemente, los periodistas, en especial los de casta y relumbrón, son individuos de lengua floja y procaz, y esa solicitud en petit comité está ahora en boca de toda España. Un error estratégico que no es propio de un presidente del Congreso: ¿Van a tener las cotillas de las corralas mediáticas sentido de estado? Un estadista de miras bien puestas habría actuado de forma más sutil, zalamera incluso, convocando a una cena secreta a los discretos cuatro millones de parados españoles. Opíparos argumentos, cafelito y farias, y como quien no quiere la cosa, antes del baile, se les suelta que, por favor, dejen de leer los periódicos, escuchar la radio y ver la televisión. Asunto resuelto y secreto de estado.