El conjunto consta de dos partes. El busto, realizado a mayor tamaño del natural para que sus detalles sean totalmente perceptibles a nivel de suelo, dado que coronará a unos cuatro metros de altura el montaje final, muestra el rostro de Prieto con un aire que deja a entrever su carácter y sentimiento humano. Está elaborado a base de cemento, marmolina y bronce líquido, con estructura interior de hierro para dotarlo de mayor consistencia.
El busto irá colocado sobre la otra parte del monumento, un enrejado metálico en el que se hace “un homenaje a su vida y obra”, explica Fernández, añadiendo que su pretensión con este cerramiento metálico era “conformar una alegoría que simbolizase la represión que sufrió en España a causa de sus ideas políticas, porque parece que esa forma de pensar se la quisieron enjaular”. El cubo en cuestión incluye unas réplicas que aluden a dibujos y pinturas del polifacético artista almodovareño.
Cabe destacar que José Fernández ha realizado la obra de manera altruista y desinteresada, “como contribución hacia este autor y al pueblo de Almodóvar del Campo”. Reconoce su satisfacción personal por haber tenido la oportunidad de “dejar un manifiesto como éste en memoria de Prieto, porque parece ser que fue una figura muy importante, no tanto aquí en España por los motivos que fuera, pero allí [en su exilio americano] parece ser que sí triunfó y tenía unas ideas muy innovadoras”. Como artista que es, el autor del monumento encuentra en los dibujos y pinturas de Miguel Prieto “un estilo distinto de los demás, pintaba más con el corazón que con lo que veía, con el sentimiento; era un buen artista”.
Fernández desarrolla y cultiva sus aficiones artísticas en Almodóvar del Campo y dedica a ello buena parte del tiempo de que dispone como jubilado, hasta el punto de que protagoniza y participa en exposiciones en lugares como Barcelona, Madrid o Zaragoza, entre otras importantes plazas. Ahora prepara ya la temporada de certámenes y tiene previsto volver a exponer en la vecina localidad de Puertollano sus dibujos a bolígrafo y otra más en Albacete. Reconoce que siempre ha tenido esta afición artística por el dibujo, la pintura y o la escultura, aunque en esta última faceta algo menos porque requiere de mayor infraestructura para labrar las obras, sobre todo para aquellas más monumentales. Por eso explica que se desenvuelve mejor en la pintura que es, como él dice, “una selva virgen y sin explotar; la pintura tiene más campo y se puede innovar más”.