Es indecente que el Ayuntamiento de Puertollano, haya utilizado la Fundación Virtus como logro de la gestión pública socialista y ahora que se acumulan los problemas, se evite utilizar el término “público” y nos cuenten que es una fundación privada.
De igual manera, roza la más impune indecencia, aunque fuese por “vergüenza torera”, que nadie presente su dimisión, admitiendo su responsabilidad como presidente del patronato, que coincide en la persona con el alcalde de Puertollano, Joaquín C. Hermoso Murillo, o como presidenta ejecutiva, la también edil, Eva Morales Mozos y así hasta purgar esa responsabilidad política y ejecutiva que al menos ellos dos tienen. No cumplir las promesas es uno de los mayores pecados que un político puede cometer y en este caso, con los trabajadores de la Fundación Virtus, han incumplido sus promesas. Es una pena que a nuestros políticos los examinemos cada 4 años y no los sometamos a una evaluación continua, con la posibilidad de suspenderlos y mandarlos a su casa en cualquier momento.
Es penosamente indecente que se haga un fichaje, la actual gerente, Pilar López Rivera, una profesional de contrastada valía y que se desoiga el plan de viabilidad que propuso en su contratación, a la vez que se le sume en la miseria del impago de sus salarios. Ésta, una abogada en ejercicio, que ha demostrado su capacidad durante bastante tiempo en la Diputación Provincial de Ciudad Real, en épocas del PSOE, a las ordenes de Nemesio de Lara, no merecía hacerse cargo de un proyecto que nuestros munícipes iban a dejar naufragar.
Es una indecencia la situación actual de la Fundación Virtus, al igual que lo es el propósito de recorte de personal, sobre todo si viene avalada por esa doble moral que en ocasiones gasta este PSOE local.
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