En Castilla-La Mancha nos gustan las bibliotecas; una afirmación que tiene su razón de ser en el hecho de que el 40% de los ciudadanos que aquí vivimos seamos socios de alguna de ellas, y que reciban cada año más de siete millones de visitas. Son espacios activos, que se han adaptado deprisa a las necesidades de una sociedad que cambia y se transforma. Y lo han hecho sin perder su esencia; y es más, enriqueciéndola con nuevos servicios, con la puesta en marcha de videotecas, Internet, con actividades programadas (casi 20.000 el año pasado), ofertas para todos los perfiles y necesidades, y también de la mano de los clubes de lectura. Del contacto con los ciudadanos, las bibliotecas también reciben cosas, y son capaces de adaptarse y renovar su oferta. Por eso están siempre llenas.
En la era de la globalización y de las tecnologías de la comunicación, en la que la abundancia de información de muy diversas fuentes a veces nos sobrepasa, se refuerza el papel de quienes trabajan en las bibliotecas. Su labor es clave en ese proceso de encontrar lo que buscamos. No puede ser de otra forma, ya que contamos con casi seis millones de documentos repartidos entre las estanterías y los anaqueles de nuestras bibliotecas. Por eso es justo también que en un día como hoy reconozcamos su trabajo.
Desde el Gobierno de Castilla-La Mancha concebimos a las bibliotecas como ese servicio público esencial para garantizar a todos los ciudadanos el acceso democrático a la cultura y a la información. Por eso creemos que también es importante ofrecer una mayor accesibilidad y salir al encuentro de nuevos lectores, algo que llevamos a cabo con el programa ‘La biblioteca se sale’. Nuestros carritos móviles de lectura nos ayudan a trasladar el conocimiento a todos los rincones de esta amplia región, allí donde quiera que se desarrolle la vida diaria de nuestros ciudadanos, desde los centros de salud hasta las piscinas públicas.
Y en esta labor de hacer extensible el hábito de la lectura a toda la población, cumplen un papel destacado nuestras bibliotecas móviles o bibliobuses, como también nos gusta llamarlos, que a diario recorren las carreteras de Castilla-La Mancha con este fin, el de contribuir a universalizar el acceso al conocimiento y al saber.
Jorge Luis Borges escribió algunas de las joyas que albergan nuestras bibliotecas, y soñó, en La biblioteca de Babel, con un lugar mágico en el que estuvieran reunidos todos los libros posibles. Una biblioteca universal al alcance de todos, donde “basta que un libro sea posible para que exista”.
Quién sabe si, medio siglo después de ser soñada, no estamos ante la conversión de ese sueño en realidad. Brindemos por ello en este día de fiesta.