No habría mejor solución que la permanencia de CCM en esta región, gestionada a partir de ahora con criterios estrictamente sociales y económicos, transparente, y con la garantía de todos los puestos de trabajo aunque hubiera que prescindir de algunas oficinas o bienes inmuebles. Sería deseable, asimismo, la desaparición del peso político en los órganos de dirección reduciéndolos hasta lo simbólico, y la eliminación de la figura del presidente-político que Hernández Moltó cumplió a la perfección… En fin, se hace improrrogable una nueva Ley de Cajas de Castilla-La Mancha derivada de la reforma de la Ley de Cajas a la que el Gobierno se comprometió tras el colapso de CCM.
Pero la tentativa de sacar rédito político a una operación cuyas voces más autorizadas deberían ser los impositores y los trabajadores a pie de oficina, no sólo sería perniciosa sino que agravaría el problema por partida doble: por un lado, la amenaza del interés espurio de un partido político; por el otro, es peligroso que la Caja afortunada sea la BBK, máxime si la operación está ligada al apoyo nacionalista al Gobierno de Zapatero en los Presupuestos del Estado. Sería hipócrita ocultar que tal movimiento supondría un riesgo para la supervivencia de la nueva entidad resultante, pues no faltarían los impositores que optaran por retirar fondos para castigar tamaño desmán, habida cuenta de la antipatía que suscita en mucha gente y por estos pagos la cuestión nacionalista. Ya se intentó con la fusión con Unicaja en un intento de amortiguar los efectos y de evitar la intervención como un primer ensayo de artimaña política.
Urgen criterios estrictamente sociales y económicos, en el marco de una nueva legislación, así como un código de buen gobierno (en esta ocasión, sí) que ponga de nuevo a CCM en su sitio y haga pasar página cuanto antes a la triste labor de unos gestores que meses antes de que fuera intervenida llegaron incluso a ofrecer un balance con beneficios en 2008.
Sólo así volveríamos a confiar en una CCM que se podría granjear el favor de nuevos impositores, que son quienes en suma deciden y sustentan con sus ahorros la supervivencia de la entidad.