
Ese mismo criterio con el que se ha gestionado la conservación de Las Tablas de Daimiel, Reserva de la Biosfera y Parque Nacional, a punto de desaparecer. El mismo criterio que ha desecado el Acuífero 23, un tesoro hídrico que ha garantizado la supervivencia de generaciones de castellano-manchegos. El mismo criterio con el que el Gobierno de Castilla-La Mancha apoya proyectos megalómanos e insostenibles devoradores de agua, así como monstruosas promociones urbanísticas, como las de Seseña o Ciudad Valdeluz. El mismo criterio con el que se pide la caducidad del trasvase y el alta voluntaria del Tajo cuando su intención es entubarlo hacia La Mancha y condenarlo a un coma permanente e irreversible.
Un criterio cojonudo. Lo que sí que es cierto es que no necesitamos lecciones sobre cómo gestionar el agua… necesitamos un máster.