Se supone que un día eminentemente institucional como el Día de la Provincia debiera ser eso y sólo eso: un día de encuentro entre sociedad y gobernantes. Al fin y al cabo, cada cual en su puesto y en su pueblo tratan de mejorar cada día la parte que les corresponde lo cual redunda en el todo. Pero en el pasado Día de la Provincia hubo sonoras ausencias de alcaldes del PP. No fue uno sólo lo cual hace pensar que su falta de tacto políitico se debió más a un plante estratégico que a razones de fuerza mayor. O menor. Los alcaldes populares -Almagro, Socuéllamos, Tomelloso, etc-que no comparecieron a la cita hicieron un flaco favor a la concordia, pues tampoco viene mal que aprovechando el marco de la onomástica se relajen de la brega diaria y destensen el toma y daca político a veces pasado de rosca.
No se puede tachar de sectario al adversario cuando el desplante no está huérfano de sectarismo. La itinerancia de los últimos años puede que esté relegando a la capital, pero la capital gana por abultada goleada en los anales de la historia provincial cuando era el epicentro único y exclusivo, y los demás, meros comparsas de pueblo. Falta saber estar y tacto y tener la suficiente altura de miras para superar las rencillas del cotidiano. Los peperos no estuvieron en Puertollano y eso hizo que el Día de la Provincia fuera menos Provincia. Y con ello hicieron un feo a… la Provincia.