Primero fue un pen-drive para los profesores. Le siguió una PDA que muchos ni abrieron. El tercer año cayó un ordenador portátil Toshiba para los docentes. Ahora, por fin, los alumnos van a pillar tajada: la Junta pondrá en manos de cada niño de 5º de primaria un ordenador portátil. Un paso más para que las jóvenes criaturas humanas en proceso de formación puedan cumplir el sueño castellano-manchego: no importa que no sepas hacer la O con un canuto mientras puedas comentar en el blog de nuestro presidente.
No vamos a criticar una medida seguramente bien estudiada y calculada por los grandes expertos que dirigen ese gran pilar de nuestra sociedad llamado educación. El ciudadano medio no está capacitado para comprender ese complejo universo que conducen los astros regionales de la didáctica. Sin embargo, aunque no sepamos vislumbrar el efecto del menudeo de cachivaches electrónicos sobre el sistema educativo, sí hay que reconocer, en las autoridades responsables, una especial habilidad para revitalizar el comercio de aparatos tecnológicos. Sin duda, alguien debería llevarse una buena comisión.