La opinión pública respalda de forma mayoritaria cualquier reforma consensuada que mejore y asegure el Sistema Nacional de Salud. La gran aceptación social y el buen funcionamiento del sistema sanitario es una garantía para los grupos políticos y parlamentarios, además de los agentes sociales, para acometer sin miedo las reformas necesarias que garanticen el sistema público sanitario a largo plazo. La Sanidad, al igual que las pensiones, es fundamental para el bienestar de la sociedad española. Lo contrario sería introducirnos en una dinámica peligrosa. La cohesión social exige mayor compromiso político, tanto del Parlamento como del propio Ministerio de Sanidad, a la hora de introducir mayor dinamismo en los trabajos que se están realizando en las distintas esferas de decisión. No se pueden eternizar esas reformas, especialmente en una época de depresión económica, con una de las peores crisis desde los años treinta del siglo pasado. Ahora es cuando se necesitan grandes figuras públicas que lideren consensos sobre problemas de Estado. La Sanidad es una de las prioridades. Así lo entiende Trinidad Jiménez. Otra cosa es que introduzca los ritmos adecuados para que las reformas se consensúen entre todos y se pongan en marcha lo antes posible. Por el bien del propio Sistema Nacional de Salud.
Las dificultades del Pacto por la Sanidad
La llegada de Trinidad Jiménez al Ministerio de Sanidad ha ralentizado algunos proyectos políticos de largo recorrido, como el tan traído Pacto por la Sanidad. La ministra asumió desde el primer momento la necesidad de seguir adelante con un pacto de gran calado político, sobre todo en estos momentos de crisis económica, que afiance a largo plazo uno de los pilares fundamentales del Estado del Bienestar, como es la Sanidad. Todos los agentes sociales –entre ellos el Sindicato de Enfermería– y grupos parlamentarios están a favor de materializar cuanto antes unos acuerdos sobre el Sistema Nacional de Salud que tanto necesita el país para las próximas décadas. Son muchos los problemas que se vislumbran a corto plazo si no se toman las medidas adecuadas que reconduzcan en la dirección correcta el sistema sanitario. En las tres últimas décadas hubo propuestas de reforma, siguiendo la gran tradición de consenso sobre temas de gran calado político y social. El informe Abril, liderado por el vicepresidente del Gobierno Suárez, en época de gobiernos de Felipe González, sólo es un ejemplo de aunar esfuerzos y talento a favor de alternativas que aseguren la viabilidad del sistema sanitario español.
Las comisiones creadas en el Parlamento y en el Ministerio, además de la voluntad política manifestada por Trinidad Jiménez en los distintos foros, confirman una vez más la decisión de seguir adelante apostando por la reforma consensuada del Sistema Nacional de Salud. El gran desarrollo económico y social de la última década no se ha proyectado, aumentando los recursos y la financiación, en el sistema sanitario. La explosión demográfica, con la inmigración como protagonista, ha afectado de una forma alarmante a los diferentes servicios autonómicos de salud, sin que éstos hayan recibido una financiación adecuada al incremento de la demanda de prestaciones. El personal sanitario, como siempre, es el que ha sacado adelante el sistema, pese a la presión asistencial. Además, se ha acentuado también el envejecimiento de la población y las consecuencias que tendrá para los servicios sanitarios. Tenemos que estar preparados ante los retos que se avecinan en pocos años asumiendo políticas sanitarias de gran calado, respaldadas con una financiación sostenible en recursos humanos y también con una infraestructura acorde a los parámetros demográficos de una sociedad que demanda más tecnología e investigación.