Tráfico en Ciudad Real: problema sin solución

Quijote AztecaHace unos días venía yo conduciendo, una tarde-noche, por la Avenida del Ferrocarril, cuando, entrando en la rotonda del Quijote, me empezaron a venir a la mente ciertos pensamientos recurrentes sobre los problemas del tráfico en Ciudad Real: densidad excesiva, atascos, rotondas (¿sabe la gente cómo se circula en ellas?), falta de aparcamientos, los que aparcan en doble y triple fila y bloquean las calles, pasos de cebra apenas iluminados, los imbéciles que te adelantan a 80 km/h (o más) en la Ronda…
Llegado a este punto de divagación, lo siguiente que acostumbro a hacer es ponerme a despotricar contra los políticos, por no solucionar la cuestión del tráfico y permitir que la cosa cada vez esté peor. En este caso, le tocaba a la concejal correspondiente, la de Movilidad, Dª Teresa Aguirre.

Pero esta vez no fue así. Cuando llegué a la fase de “por qué no harán esto y lo otro” -sustitúyase, a gusto del lector, ese “esto y lo otro” por las ocurrencias correspondientes que cada uno hemos pensado o dicho alguna vez-, me sorprendí a mí mismo reflexionando sobre que, en realidad, los políticos no pueden hacer nada: la cosa, simplemente, no tiene solución.

-¿Cómo?- Se preguntarán.- ¿Es que no se puede hacer “esto y lo otro”?

-Pues no.- Tengo que contestarles.- No se puede. O sí, pero no va a servir para nada.

Señal de zona azulSe pueden tomar medidas: iluminar pasos de cebra, poner semáforos y resaltos, peatonalizar calles, construir aparcamientos, mejorar el transporte público, habilitar carriles-bici, una circunvalación exterior… pero eso sólo son parches, que como mucho aminoran algo el problema; además, a la vez que satisfacen a algunos ciudadanos, causan perjuicios a otros.

Atenúan, pero no solucionan el problema.

Para solucionar un problema, casi siempre hay que conocer su origen. Ya lo dice el dicho, los problemas hay que “atajarlos de raíz”. Y en este caso no se está teniendo en cuenta cuál es la raíz de nuestro problema. Así que pongámonos a pensar… ¿cuál es esa raíz?

Diría yo que puede ser esta: hay demasiados vehículos en Ciudad Real.

De Perogrullo, me dirán algunos.

Sólo en Ciudad Real (capital) hay en estos momentos más de 42.000 vehículos matriculados, de los cuales unos 31.000 son turismos: aproximadamente 1 turismo por cada 2,3 habitantes. No está nada mal, para una ciudad de tamaño mediano y completamente llana, en la que se puede ir a casi cualquier sitio andando. Y creciendo, el número de vehículos, a un ritmo de un 5% anual (hasta 2007, con la crisis ya veremos).

Otra visión del asunto: por hacernos una idea, vamos a imaginarnos que colocamos todos los turismos matriculados en Ciudad Real, uno junto a otro, bien pegados. Asignando unas dimensiones medias a cada turismo de 4 m. de largo por 1,7 m. de ancho, resulta que los 31.000 turismos ocuparían una superficie de, aproximadamente, 21 hectáreas.

La mancha corresponde a los turismos matriculadosEl número igual no nos dice gran cosa… ¿qué tal si lo vemos en un mapa, sobre Ciudad Real?

Feo, ¿verdad? Esa cosa negra que se extiende por Ciudad Real se corresponde, aproximadamente, con lo que ocuparían los turismos matriculados en nuestro municipio.

Una analogía: si Ciudad Real fuera un cuerpo humano y nos dijeran que la “mancha negra” es un tumor… ¿cuál sería el diagnóstico?

Pues mucho me temo que los vehículos son, en cierto modo, un tumor. Un cáncer, vaya. Y este tumor, al crecer, acaba por acarrear problemas cada vez mayores, de tráfico y de seguridad, pero también medioambientales, posiblemente mucho más graves. Especialmente a largo plazo.

Y el tumor crece deprisa.

¿Cuál es la solución para este problema? ¿La cura para este cáncer? Pues extirpar el tumor, para empezar. O al menos, reducirlo.

Es decir, hay que eliminar vehículos. Si queremos solucionar el problema del tráfico, hay que reducir el número de vehículos que cada día circulan por las calles de Ciudad Real.
Y eso no lo pueden hacer los políticos. Al menos no sin nuestro consentimiento, no sin nuestra aprobación. Que por ahora, no tienen. Si quisieran resolver el problema, si supieran cómo hacerlo, -que no es el caso-, no les dejaríamos. ¿Me equivoco?

Porque una gran cantidad de ciudadrealeños diría que necesita esos vehículos, y en muchos casos incluso sería verdad.

Lo cual nos lleva a dar otro paso más, a profundizar un poco más en el problema. Porque hay otra raíz, más profunda, principal, el origen fundamental de todo este asunto: nuestro actual modo de vida. Necesitamos los vehículos para poder seguir viviendo como vivimos. Sin más.

Así que queremos los vehículos. Pero, eso sí, sin sus inconvenientes. Y gritamos: ¡Políticos! ¡Ya lo han oído! ¡Arreglen el problema del tráfico!

Pero los políticos no responden. Les pedimos un imposible, y no hacen milagros.

-Que no, no los hacen. Intentan que creamos que sí, pero es que no.-

El uso masivo de vehículos viene con algunos inconvenientes de serie. Es lo que hay, y no tiene solución. Hay que apechugar con ello. Y aguantarse. O eso, o reducir el uso de vehículos (a motor, se entiende) a lo mínimamente imprescindible.

El ciudadano, como siempre, decide.

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