Violencia cero. Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo

María, Carmen, Lucía, Rocío, Helena, Ana, Sara… son muchas las mujeres que en su Día Internacional quieren alzar la voz para reclamar que se les trate con dignidad, con respeto y sobre todo con normalidad. Los medios de comunicación nos recuerdan cada día que la violencia irrumpe en nuestra sociedad, se apodera del autocontrol que debe liderar el comportamiento humano y viola lo razonable, provocando daños físicos o psíquicos, que se prolongan en el tiempo y que en muchos casos son muy difíciles de reparar. Se trata de un problema grave, complejo, que tiene como diana a las personas más débiles, y como punto de atracción a la mujer. Pero no sólo luchamos contra la violencia de género, sino que las agresiones han pasado a formar parte de nuestra forma de relacionarnos con los demás, también en el campo laboral, y alarmantemente, en el medio sanitario.
Bien lo saben los profesionales de Enfermería que, mayoritariamente mujeres, soportan a diario, en el ejercicio profesional, comportamientos agresivos de aquellos que pierden el control. En ocasiones se trata de agresiones físicas, que saltan a la opinión pública y que manchan una relación, enfermera–usuario, que se desarrolla generalmente bajo el respeto mutuo; pero en otros muchos casos el comportamiento violento se despliega de manera silenciosa, mina a través de insultos, vejaciones e incluso amenazas, la profesionalidad de cientos de enfermeras que tienen que superar no sólo sus cargas laborales, ya insoportables, sino en muchos casos, el miedo, la rabia y la indefensión.

Así lo han recogido numerosos organismos nacionales e internacionales (Organización Internacional del Trabajo, Organización Mundial de la Salud,  Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo…), la Enfermería es el personal que más riesgo tiene de sufrir violencia en su trabajo, llegando incluso a experimentarla cuatro veces más que cualquier otro trabajador (dato extraído Informe de Criminología Británico, año 2000). Las causas de que las situaciones límite se produzcan en los centros sanitarios y afecten mayoritariamente a este personal son múltiples: aglomeraciones, largos tiempos de espera para ser atendidos, historial de comportamiento violento del paciente o familiares, enfermedades graves de éstos…

Desde que el Sindicato de Enfermería, SATSE, iniciara en 2005  una campaña de sensibilización, bajo el lema “la agresión no es solución”, dirigida a concienciar a la opinión pública de que la agresión no es una solución para resolver los problemas que surgen en los centros sanitarios,  se ha avanzado mucho en la sensibilización de este problema, especialmente entre las autoridades sanitarias, pero esa buena intención debe concretarse a través de planes de prevención y actuación, que se exige que se implanten de manera sistemática y no sólo en aquellos centros donde exista buena voluntad para ponerlos en marcha.

La generalización de la consideración de atentado contra la autoridad a las agresiones a los profesionales sanitarios en todo el territorio español conseguirá en el futuro reducir los comportamientos como ya ocurrió en Reino Unido, pero para ello es imprescindible que las enfermeras denuncien y que las diferentes administraciones empiecen a tomarse muy en serio esta problemática en sus políticas de salud y seguridad laboral.

SATSE considera imprescindible continuar difundiendo la cultura preventiva entre los profesionales sanitarios y ampliar la formación de los profesionales en relación al manejo de situaciones de crisis. El objetivo de administraciones sanitarias y agentes sociales, y el de todos, debe ser conseguir la violencia cero en los centros sanitarios e implantar la normalidad en un medio, el sanitario, en el que todos los sentimientos se dan la mano, pero uno debe basar nuestras relaciones: el respeto.

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