Lo malo de las huelgas es que, de un lado o de otro, siempre traen momentos de tensión. Ayer, por ejemplo, hubo una agresión a un manifestante por parte de un ciudadano que no pudo entrar a un Juzgado. En este caso podríamos debatir sobre quién oportunó a quién, si el funcionario al ciudadano o el ciudadano al funcionario, aunque ya la mera agresión per se invalida totalmente los argumentos del ciudadano. Otro tipo de enfrentamientos bipolares que acontecen en las huelgas son los que se producen entre los trabajadores que la secundan y los que no. En la pasada huelga de transportistas pudimos ver camiones desvalijados, cabinas incendiadas, etc. Tampoco fueron pocos los ciudadanos que a su paso por los puntos de control de la huelga de transportistas les recriminaban su actitud. En fin, hay trifulcas para todos los gustos.
No estaría mal que los ciudadanos, antes de opinar sobre todo lo opinable e inopinable, nos planteásemos si el resto de ciudadanos estaría en disposición de opinar o argumentar si nuestro gremio fuese a la huelga. ¿Verdad que no? Si mañana los periodistas fuésemos a la huelga, habría hordas de ciudadanos diciendo que si además de la mierda de trabajo que hacemos y lo sanguijuelas que somos encima vamos a la huelga, es que no tenemos vergüenza ni la hemos conocido nunca. Por eso parecen oportunas dos cosas: por un lado, que los ciudadanos, aunque no compartamos los motivos de una huelga, respetemos el legitimísimo derecho de un trabajador a hacerla si así lo considera oportuno; por otro lado, que los ciudadanos contemos hasta diez antes de opinar gratuita e irrespetuosamente sobre temas de los que no tenemos ni pajolera idea.
Es evidente que este tipo de parones nos trastocan los planes a todos. Servidor, sin ir más lejos, tenía que acudir hoy al Juzgado de lo Social número 2 de Ciudad Real a un juicio, pero la huelga de jueces lo ha trasladado al 3 de marzo. Está claro que algo así trastoca los planes de cualquiera y podemos pensar que los huelguistas son unos tal o unos cual, pero quizá deberíamos ser un pelín más solidarios y comprender que la huelga es un derecho fundamental en materia laboral y que todo el mundo tiene derecho a hacerla. Claro que las huelgas nos inoportunan a todos, pero, ¿acaso no inoportunamos más los ciudadanos cuando no aceptamos que un trabajador pida una serie de mejoras laborales mediante un parón?
En cuestiones de huelga, ¿quién no respeta a quién?