Y no puede decirlo por varias razones. En primer lugar, porque -aunque salvando las distancias- es una catetada muy similar al boicot que se hizo a los productos catalanes. En segundo lugar, porque aunque Sebastián diga que no es una medida proteccionista, sí que lo es, y este tipo de cosas nunca acaba bien. En tercer lugar, por su carácter insolidario e incluso poco lógico. ¿Qué pasaría si el resto de países hiciese lo mismo? ¿Qué pasaría si los productos españoles dejasen de venderse en el extranjero? En cuarto lugar, porque son muchos los productos extranjeros que dan trabajo a ciudadanos españoles.
Y en quinto lugar, y no menos importante, por el claro chantaje psicológico que supone intentar que los ciudadanos se sientan medianamente responsables de que suba el paro. Y es que cuando a los políticos no les gusta sentirse responsables de las cosas, llevan a cabo esa magistral estrategia consistente en traspasar la responsabilidad al ciudadano, pobrecico de él.