En septiembre, al comienzo del curso escolar, el Ayuntamiento de Ciudad Real presentó un programa de actividades extraescolares denominado “Centros Abiertos a la Comunidad” que la concejala de Educación, Carmen Sancho, definió como “un proyecto de política integral educativa que pretende dinamizar los centros de Educación Infantil y Primaria para que lleguen al barrio y a toda la comunidad educativa” que supone al Consistorio “un gran esfuerzo y una gran sensibilidad”.
{mosgoogle}Sin embargo, esta declaración, que podía hacer pensar en unas actividades extraescolares de mayor calado, ha comportado una reducción importante del número de centros educativos de la capital que cuentan con estas actividades, de veintidós a cinco, ya que, como explicó Sancho, “este año, las AMPAS, tendrán que solicitar las subvenciones a la Consejería de Educación si quieren que en todos los colegios se realicen actividades extraescolares porque el Ayuntamiento se retira …”
Esta decisión municipal intenta justificarse apelando, cómo no podía ser de otra manera en los tiempos que corren, a la crisis económica. Pero el Ayuntamiento de Ciudad Real tendrá que explicar a sus vecinos por qué no ha renovado este curso el convenio para el desarrollo de actividades extracurriculares que convoca la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Este acuerdo reportó el año pasado 92.000 mil euros a las arcas municipales y, con la actualización anual, este curso habría engrosado en más de 100.000 euros el presupuesto que la capital destina a educación.
La mayoría de ayuntamientos de la región se apresuran cada año a firmar este convenio por las ventajas que les reporta a sus vecinos sin ningún coste para ellos, pero éste no es el caso de Ciudad Real, donde, lejos de ser cierto que se "rentabilizan los recursos", como también se afirmó en la comparecencia a la que me refiero, desde el Ayuntamiento se ha dejado de prestar un servicio público que no le comportaba gasto alguno y, de paso, se han lesionado gravemente los intereses de las asociaciones de padres y madres.
Esto es así porque la subvención máxima que puede percibir una AMPA para actividades extraescolares es de tres mil euros. Ahora bien, si la ayuda la solicita el Ayuntamiento en su nombre, la cuantía de la subvención asciende a cinco mil euros.
El 14 de noviembre, una vez finalizado el plazo para que el Ayuntamiento renovara el convenio con la Consejería de Educación y Ciencia, trece centros educativos de la capital habían solicitado las ayudas para actividades extraescolares. Si aplicamos la fórmula expresada en el párrafo anterior obtenemos una cifra total de 39.000 mil euros.
Ahora bien, si estas ayudas las hubiera pedido el Ayuntamiento en nombre de las veintidós AMPAS de la capital respetando el modelo de gestión vigente hasta el curso pasado, se habrían conseguido 110.000 mil euros, o, lo que es lo mismo, este curso se van a dejar de invertir más de 70.000 euros en la educación de nuestros hijos e hijas por desidia, inoperancia e incapacidad de las responsables (¿?) educativas de Ciudad Real.
Si ya duele ver como un Ayuntamiento deja perder un dinero que le caía del cielo, más triste aún ha sido la manera como se resolvió desmantelar el modelo de actividades extracurriculares que venía funcionando desde hace unos años.
Al principio de curso, la alcaldesa citó a los representantes de las asociaciones para comunicarles, sin aceptar alternativa alguna, que les abandonaba a su suerte. De esta manera, tan radical e inesperada, Rosa Romero puso fin unilateralmente a un modelo consensuado a lo largo de mucho tiempo por los distintos sectores educativos que, sin ser perfecto, fue el fruto del trabajo de muchos ciudadanos preocupados por la formación de sus hijos e hijas y que daba apoyo directo y eficaz a estas asociaciones, que tenía en cuenta la demanda social, que aprovechaba las instalaciones de los centros escolares fuera el horario lectivo, y que facilitaba la inserción del centro en su entorno. Un modelo resultado de la participación ciudadana y que, con el más absoluto desprecio, ahora, en un ejercicio de soberbia política, la señora alcaldesa ha desmantelado.
Ante las críticas que recibió el Consistorio, la concejala de Educación salió a defenderse y afirmó que “los ayuntamientos no tienen competencias para hacer actividades extraescolares”. Cabe preguntarse, entonces, cómo se explica que en el programa electoral de su jefa, titulado “MI compromiso”, se pueda leer en el apartado de educación que pretende “consolidar el programa de actividades complementarias y extracurriculares”.
Lo cierto es que a quienes venimos siguiendo las actuaciones que en política educativa realiza el Ayuntamiento, no nos sorprende la decisión tomada porque ésta es una prueba más de la falta de convicción y compromiso por su parte por mucho que se llenen la boca hablando de un proyecto de ciudad educadora.
Desde hace años, los talleres ofertados han sido rácanos y poco imaginativos y nunca se han planteado incluir la educación en valores para generar un sentimiento democrático de ciudadanía. Esto sólo puede explicarse por el escaso interés que manifiestan por fomentar y consolidar estos valores entre nuestros hijos.
En definitiva, estos días hemos asistido, con pena, al desmantelamiento de un modelo fruto del esfuerzo de los ciudadanos y de la colaboración de las administraciones, al desprecio de unos recursos económicos y al abandono de las AMPAS de los centros educativos. La desidia premeditada de nuestro Ayuntamiento, y su visión tremendamente simplista han firmado la sentencia de muerte de un ámbito educativo con un potencial enorme.