Conocimiento, prevención y solidaridad

Fernando Lamata.- La celebración del Día Mundial del Sida coloca un año más en la agenda pública la situación actual de una enfermedad que en las sociedades desarrolladas está tendiendo a ser tratada como un proceso crónico, gracias a los avances farmacológicos de los últimos años para combatirla.

Este gran avance ha producido un efecto paradójico: una cierta relajación social en la adopción de medidas preventivas para evitar el contagio del VIH y un aumento constante de los diagnósticos tardíos, es decir, cuando la persona afectada se entera de que es portador del virus una vez que aparecen los primeros síntomas de la enfermedad.

{mogoogle}Por eso, nuestro compromiso como Gobierno en la lucha contra el sida se puede resumir en tres ejes básicos: conocimiento, prevención y solidaridad.

Haremos un importante esfuerzo, en colaboración con las asociaciones y organizaciones no gubernamentales, para llevar a cabo campañas informativas sobre la necesidad de adoptar las medidas preventivas necesarias, especialmente en el uso de preservativos, dirigidas a la población, en general, y a las personas con más riesgo de contraer la enfermedad (personas que ejercen la prostitución, mujeres, jóvenes y población inmigrante).

Redoblaremos nuestra apuesta para promover los test de sida desde los servicios de atención sanitarios, como una herramienta más para actuar contra la enfermedad lo más pronto posible, ya que la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes infectados por el VIH dependen en gran parte del diagnóstico precoz.

Seguiremos colaborando con las asociaciones implicadas en la prevención y control del sida en pacientes sin recursos personales o familiares; financiaremos la actividad del Centro de Basida, en Manzanares, y la Casa de Acogida Hogar 2000, de Toledo, y desarrollaremos los programas de dispensación de metadona e intercambio de jeringuillas con las farmacias.

Continuaremos financiando los tratamientos antirretrovirales a los casi 1.000 pacientes que atendemos en los hospitales del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, con una inversión en torno a los ocho millones de euros anuales.

Además, desde Castilla-La Mancha aportaremos nuestra experiencia para desarrollar, en colaboración con las comunidades autónomas y el Ministerio de Sanidad, la Estrategia Nacional del Sida y avanzar también en la definición de una estrategia similar en el ámbito de la Unión Europea.

En ese sentido, Castilla-La Mancha continúa siendo un año más la comunidad autónoma con menos incidencia de casos de sida declarados en la región desde el inicio de esta epidemia en 1981.

Por último, mantendremos nuestro compromiso solidario para que los países menos desarrollados puedan combatir en las mejores condiciones posibles los efectos devastadores del sida, especialmente en zonas de África y Latinoamérica.

Quiero recordar que en muchos países pobres los gobiernos sólo pueden destinar en salud unos siete euros por habitante al año, algo menos de lo que cuesta un menú diario en cualquier país europeo.

Ese es nuestro compromiso, el compromiso de todos los castellano-manchegos para hacer frente a una enfermedad que no discrimina fronteras ni estatus social.

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