{mosgoogle}Sin embargo, hay una cosa que me ha llamado también la atención y es la facilidad con que se juega a una opinión libre sin zarandajas tras el parapeto cómodo del anonimato. Caemos así en una contradicción, pues si la libertad es una condición que dignifica al hombre (y a la mujer. Es la última vez que lo escribo, no quiero ser como el de los Monty Pyton) lo saludable es ejercerla con la coherencia de la propia identidad.
De todas las reacciones blogueras la inmensa mayoría, al menos los primeros días, eran anónimas, por eso las opiniones más coherentes eran aquellas que venían con su puño y letra, es decir, con su firma o dirección digital fácilmente reconocibles. Resultó triste comprobar que quienes se arrogaban una defensa a ultranza del periodista en cuestión o lo criticaban, quienes denostaban a los gestores aeroportuarios y a los políticos, que en Castilla-La Mancha quiere decir a todos, excepto a IU por su oposición al proyecto desde el principio, subieran el tono de su crudeza encapuchados en el anonimato. “Una opinión no tiene validez si detrás de ella no hay un hombre”, dicen que dijo un conocido amigo de Victor Hugo, el de “Los Miserables”.
Lo dicho, saludos y a seguir en la brecha, que no es poco.