Carlos Otto, caído en acto de servicio

Carlos Otto, caído en acto de servicioAlberto Muñoz Arenas.- Señores, en el cumplimiento de su deber ciudadano, el periodista Carlos Otto ha caído en combate. “Inconsciente” de que el enemigo estaba en casa, la munición se volvió contra él. ¿Suicidio o asesinato? Igual da en este caso. El ciudadano Carlos Otto, ha caído en el frente de El Día, por transmitir en un medio propio (http://ottoreuss.blogspot.com) sus opiniones acerca de esa soñada infraestructura del aeropuerto. El proyecto que venía a ponernos en el cielo, ya le ha cortado las alas a uno de los vecinos anónimos que pueblan ese hormiguero urbano que es Ciudad Real.

Señores, hoy los ciudadanos de esta ciudad hemos confirmado, a través de este sacrificio humano, algo que ya intuíamos: que somos menos libres de lo que pensábamos. La libertad de expresión se pisotea como si fueran las uvas de la vendimia, estrujándolas hasta exprimir y enmudecer a todos por igual. La ciudadanía es amasada, exprimida hasta obtener de ella la sumisión esperada. La caída de Carlos Otto no es gratuita, con ella se eleva la dignidad de los ciudadanos confundidos y de los periodistas amordazados, a quienes él ha puesto en la peana de los héroes anónimos.

{mosgoogle}Señores, nuestra ciudad necesita una regeneración total y absoluta de sus cimientos más profundos. El primer vuelo de nuestro flamante aeropuerto debería enviar lejos y sin retorno a los empresarios que se enriquecen a costa de los bienes públicos y de las expectativas humanas. Empresarios en quienes los políticos han delegado silenciosamente el destino de nuestra ciudad. En el mismo vuelo debieran partir todos esos políticos que nos (des)gobiernan (ora pro nobis), que callan (ora pro nobis), que no paran de hablar sin decir nada (ora pro nobis), que asienten y consienten (ora pro nobis), que aplican la ley del embudo (ora pro nobis), y que manipulan la libertad ciudadana y los pilares democráticos para hacer de todo ello una excrecencia grotesca. Amén.

Pero nos consta que la caída de Carlos Otto no tiene su origen sólo en esta crítica aeronáutica, sino en su inquieta y molesta tendencia a cuestionar informaciones precocinadas por los políticos de turno.

Señores, lean la prensa local como quien lee un chiste o un catálogo de saldos, porque entre sus páginas se nos vende la misma mercancía de distintas maneras, según conviene a los mercaderes que la editan y a los gabinetes informativos que la generan y distorsionan. A su servicio un colectivo humano de periodistas a sueldo, con la soga en el cuello y con alguno de sus derechos fundamentales fulminados.

Señores científicos, sociólogos, politólogos, antropólogos y jurisperitos…, metan esta ciudad en una probeta. Experimenten con ella hasta dar con su mal primigenio, y ayuden a sus habitantes, convertidos en masa por nuestras fuerzas vivas, a recuperar su condición de ciudadanos.

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