{mosgoogle}Sin embargo, ahora, en época de vacas flacas, el ministro recuerda que hay que realizar un pacto de estado por la Sanidad. No antes, cuando la economía marchaba al galope y cualquier cambio en su rumbo no representaba medidas traumáticas. Desde distintos foros se venía sugiriendo la necesidad de introducir ciertas reformas en el sistema sanitario, corrigiendo un rumbo desbocado que nos llevaba al caos total a largo plazo. No se trata de ser catastrofista, sino de mostrar las cartas sobre la mesa. El SNS necesita de una financiación adecuada a los servicios sanitarios que se están dando en las Comunidades Autónomas, con un crecimiento no sólo de las prestaciones sanitarias a causa del aumento de la inmigración, sino también por el envejecimiento de la población y la introducción de nuevas tecnologías en el sistema sanitario. Sin mayores aportaciones económicas y un aumento de las plantillas de los profesionales sanitarios, escaso es el margen que queda para optimizar al máximo nivel la sanidad pública. La Conferencia de Presidentes en el Palacio de la Moncloa fue sensible a las necesidades del SNS, aprobando aportaciones financieras que nunca llegaron, en su cuantía total, a las arcas de las Comunidades Autónomas. La culpa: la gravedad de la crisis que tritura los recursos del Estado.
Siempre hemos sido partidarios del consenso y del pacto de Estado en Sanidad, especialmente porque es uno de los pilares del bienestar de los ciudadanos, construido, junto a las pensiones, con el esfuerzo de generaciones de españoles, que ahora no puede tirarse por la borda. Se debe hacer una radiografía del SNS y adoptar las políticas sanitarias adecuadas que permitan seguir avanzando, de una forma consensuada, en un modelo de calidad a largo plazo. Nadie puede quedarse al margen del pacto y menos los sindicatos, que aportan la fuerza del personal sanitario. Se equivocan si lo que se buscan es la fotografía del consenso. Al pacto se va para procurar la viabilidad del sistema sanitario en el Estado de las Autonomías.