En tiempos de crisis, ya se sabe: tijera de podar cultura. La cultura es la enredadera de la sociedad, por eso, sabe tanto- desgraciadamente-de tijeras. Cuando no es para censurar contenidos y troquelarla a imagen del poder, es para recortar presupuesto. Es como la asignatura maría de la gestión política. Mejor quitar dinero de cultura, que al fin y al cabo es eso, cultura, algo secundario y segundón, que de otras partidas de necesidad vital para el sostenimiento del bienestar social. Justo y verdadero. Pero me temo que un análisis suizo sobre el organigrama de la Administración autonómica y municipal no resistiría una mínima comparativa.
{mosgoogle}Un economista experto me dijo en cierta ocasión que de cualquier presupuesto público, las regalías adosadas a la función y al cargo, se pueden tragar un buen pellizco si anotamos dietas, viajes, obsequios, reuniones, publicidad (propaganda), comidas, coches oficiales, tarjetas, organismos públicos bien pagados que no funcionan o simplemente son absolutamente prescindibles, etc. Pero llevar la estrechez y la frugalidad al poder es sencillamente imposible. Para eso está cultura, el area chica que se come demasidas perras gordas.
Es verdad que la cultura es un concepto demasiado amplio como para circunscribirlo a los ámbitos oficiales de la Administración y que la cultura emana de la sociedad. Y que como todo colectivo humano inevitablemente rezuma y demanda cultura, es normal que ésta entre también en el ámbito de la gestión pública, como una de las políticas derivadas del ejercicio de gobierno que colaboran al bienestar de la comunidad. Sin que ello signifique que sin el concierto del poder no hay cultura, pues esta se alimenta de la creatividad personal y colectiva y a veces de los sufridos consumidores de cultura y de la iniciativa privada. Nadie quiere una política cultural de la subvención, con más gestores que creadores aunque es una verdad a voces que los primeros, por regla general viven mejor que los segundos. Pero el apoyo público al acervo cultural de una comunidad (un experto cultural capitalino mantiene que la cultura no se subvenciona, se invierte en ella pese a la existencia de profesionales de la subvención) es absolutamente necesario. Aunque ya se sabe que en tiempos de crisis la inversión cultural es un dispendio con el que hay que acabar o reducirlo a un mero testimonio.
Luego, claro, si llegan las encuestas y nos ponen donde nos ponen, nos ocupamos muy mucho de encontrar argumentos justificativos. No digo que haya que recortar cuando viene el aire de cara pero no siempre por la misma manga como una vieja costumbre, por que seguro que con buena voluntad, con un poco de compromiso, se encuentran gabelas por ahí que sumadas igual son una pasta mucho más gansa que la de Cultura.