Carta abierta del fantasma de la Casa de la Cruz Roja de Ciudad Real

Carta abierta del fantasma de la Casa de la Cruz Roja de Ciudad RealCiudad Real, 09 de septiembre de 2.008

No negaré que la vida en lo más profundo de entre los dos mundos se hace un poco eterna, ni que el tedio consume el alma en esta existencia sempiterna; mas quien no asume con calma su etéreo y difuso destino, camina sin tino entre el día y la noche, vagando por la penosa perpetuidad del fantasma y la desdeñable imbecilidad del fantoche.

Cadencioso suspirar, ensueño, mortaja inmortal, no ser y estar, divino error evanescente, purga de lo ininteligible, defecto en el tiempo, invisible; olvidado e inútil repente.

Disculpen que me presente así y que me defina, pero entiendo que sabrán de mí lo mismo que una raspa de su sardina; y aunque a estas alturas el pescado esté vendido, no me resigno a darlo todo por perdido (1). Prendamos al aire este epitafio lastimero, estertor postrero de orgullo ciudadano, de respeto al futuro y al legado de la historia. Quien tenga memoria cargará el pecado de la infame desidia del mandante y la insensible indolencia del gobernado.

Hablo de mi patria con aflicción: la matriz que siempre me ofreció su abrigo, la mano firme de un amigo, lucerna en la prisión; cómplice de travesuras, de misteriosas pisadas nocturnas, rodajita de limón, tónica y Larios, compañera de botellón de los voluntarios (2).

Fue desde hace un siglo una de las más guapas ciudadrealeñas, moderna y elegante como la luna, hermosa como ninguna, desde los Montes a Valdepeñas; capricho de un boticario que legó a esta tierra un palacete, un tesoro para sus paisanos, atados de pies y manos, en la hora de su muerte. Princesa centenaria, bendecida por los años, olvidada por la chusma cavernaria que llena de lustrosos traseros las terrazas y los escaños.

Cada día más guapa, lucía en su pecho de orgullosa manchega un broche de hierro y palmas (3). La borrarán del mapa, agonizante en su lecho gime penosa ante quien la pega en esta noche de perros sin alma.

Aquel Quijote extranjero que llegó y exigió lisonjero “yo sólo me quedo si es mirando esa rosa de la Ronda”, vio cómo la golpeaban, cómo se marchitaba, y ahora llora a chorros en su rotonda. (4)

Avanza por el cadalso amoratada, sin fe, cansada. No levanta la mirada mientras le cubren la cabeza, no llora, no gime, no reza; no se mueve mientras le ajustan la soga al cuello, humedece sus labios rojos, cierra con fuerza los ojos, y confirma que está lista con un resuello.

Redobla un tambor. La ciudad calla; espera en silencio, tras la valla, el gorjeo de aquellos gorriones valientes, de corazones calientes, que con su heroico trinar en masa salvaron, en primera instancia, la vida de esta Casa (5).

Batamos las alas, alcemos el vuelo de nuevo, muy noble y muy leal (6) pueblo, que no ha nacido alcalde, delegado o consejero que deje a un lado el partido, amigos y monedero; que no ha nacido el gobernante que dé un paso adelante y proteja con tesón la herencia de nuestros padres y abuelos. ¡A las plazas! ¡A las avenidas y los callejones! Echémosle un par de cojones al servilismo, que capullos marchitos y gaviotas carroñeras disparan, desde las troneras, sus cañones de cinismo. Bate tu pecho con fuerza, despierta la realeza que en tu nombre, mujer u hombre, reza; rinde pleitesía al honor y a tu condición de ciudadanía, no permitas la felonía; evita, armado de fraternidad, que acaben a cuchilladas con nuestra identidad.

Notas aclaratorias:

La Casa de la Cruz Roja (fuente: Monumenta Ciudad Real)

La Casa-Palacio se edificó a principios del siglo XX por encargo de un conocido  boticario llamado Conrado López. Un Palacete en el que vivió la familia López, que fue Academia de estudios y que después se convirtió en la sede de la Cruz Roja de Ciudad Real.

Estilísticamente pertenece al movimiento modernista en su vertiente más racionalista (al igual que la Casa Museo de Elisa Cendrero de Ciudad Real) que opta por la línea recta, la simplificación y geometrización de los volúmenes. Esta corriente enlaza con Gran Bretaña y Austria y se aleja de la línea curva, de las formas ondulantes y de una arquitectura, en definitiva, más expresionista, que tiene desarrollo en Francia, Bélgica y en la Cataluña modernista.

El edificio fue comprado por la Cruz Roja en 1972 y vendido en 2.006 a una constructora.

El fantasma

Durante la noche se pueden escuchar en el edificio pisadas y el crujir de la madera. Siempre ha estado rodeado de un halo de misterio. Trabajadores y voluntarios de la Cruz Roja cuentan extraños sucesos.

(1) Desde que se paralizó el derribo en 2.006 el edificio permanece desprotegido, sin cubierta, sufriendo los rigores de los inviernos y los veranos manchegos.

(2) Cuentan las malas lenguas que algunos voluntarios, en alguna ocasión, desatendieron sus obligaciones

(3) Balcones de hierro y una hermosa palmera adornan su fachada.

(4) Quijote Azteca, obra del escultor Federico Silva, preside una rotonda, a escasos metros de la Casa de la Cruz Roja, en la ronda (primera, única y antiquísima circunvalación de Ciudad Real). Recientemente se ha reformado la rotonda y, a pesar de las críticas del autor del conjunto escultórico, se sustituyó parte de la superficie de la rotonda, cubierta de rocas volcánicas, por césped, flores y una fuente.

(5) Fue la ciudadanía la que, de forma espontánea y a través de un foro de Internet, se movilizó para detener la demolición del palacio.

(6) Muy noble y muy leal… eso pone en el escudo de Ciudad Real.

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