Carmen Quintanilla Barba (Presidenta Nacional de AFAMMER y Diputada Nacional del PP por Ciudad Real)
Hoy sábado, festividad de San Joaquín y Santa Ana se celebra en muchos lugares de manera no oficial ni institucional el que ya se ha pasado a denominar popularmente el Día de los Abuelos debido a que coincide con la onomásticas de los padres de la Virgen María.
{mosgoogle}Recientemente leía una noticia que no ha trascendido mucho pero que a mí me parece de singular importancia y por ello debería haber tenido mayor eco y, sobre todo, la respuesta y el apoyo de la sociedad. Me refiero a la propuesta que ha hecho la Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz de que el 26 de julio se institucionalice a nivel nacional y mundial como el Día de los Abuelos al igual que sucede con otros días como el Día del Padre o el Día de la Madre.
En este sentido, quiero aprovechar estas líneas para sumarme a esta petición que, como presidenta de AFAMMER y diputada nacional, considero absolutamente acertada y totalmente merecida como reconocimiento a esa labor callada, silenciosa, impagable e insustituible que llevan a cabo los abuelos y abuelas y del gran servicio, en muchas ocasiones no reconocido, que prestan a la sociedad.
Las razones por las que todos deberíamos sumarnos a esta propuesta, no cabe ninguna duda, son más que sobradas.
Los abuelos son una figura entrañable que, a pesar de los años, sigue siempre viva en nuestra memoria desde nuestra más tierna infancia. Son esas personas de generosidad infinita que no sólo son padres y madres con sus hijos, sino que siguen ejerciendo de padres y madres con sus nietos. Son esas personas que llegado el momento de que ellos puedan disfrutar de más tiempo libre, porque ya cubrieron la etapa de criar a sus hijos y en el trabajo ya se han jubilado, siguen dedicando la mayor parte de su tiempo a su familia.
Así lo muestra una encuesta reciente en la que más del 90 por ciento de los mayores dedica su tiempo a su familia, sobre todo a los nietos y, además, la mayoría de ellos consideran que esta tarea de cuidadores es una labor muy gratificante.
En una sociedad como en la que vivimos en la actualidad, ¿qué sería de muchas parejas, trabajadores ambos, a la hora de conciliar su vida labora, familiar y personal, si no fuera porque los abuelos se hacen cargo de los niños? En muchos casos, uno de los dos integrantes de la pareja tendría que dejar su puesto de trabajo si no contara con la inestimable e impagable ayuda de los abuelos. ¿Qué sería, además, de nuestra vida si no contáramos con los abuelos, de la sabiduría, la experiencia y los valores que nos transmiten desde nuestra más corta infancia?
Hoy, 26 de julio, me parece, por tanto una excelente ocasión para rendir ese sentido homenaje que decía al principio a todos los abuelos y abuelas; para reconocer y agradecerles el trabajo que realizan, que no es cuantificable y, lo que es peor, que muchas veces no lo suficientemente valorado y, en definitiva, para decirles que sin ellos, esta sociedad y esta vida no sería lo mismo.