¿DÓNDE ESTÁ EL ministro de Sanidad? ¿Seguirá de vacaciones recuperándose de su activa participación en la campaña electoral? ¿Cómo un investigador de reconocido prestigio internacional se encuentra “ido” del panorama político sanitario.
{mosgoogle}Quizás el reelegido ministro de Sanidad, Bernat Soria, todavía no haya asumido su nuevo papel en el Gobierno de la nación, con un ministerio espectro del que cada día pierde competencias –incluso en las que se le considera docto en la materia, como en el caso de la investigación– desorientándole en su actitud hacia los problemas que hoy aquejan a la Sanidad. No se trata de quitarle su derecho a los famosos cien días que cualquier gobernante nuevo tiene para poner en marcha a sus equipos y a sus políticas sanitarias. En el caso de Bernat Soria sería cuestionable, porque es un perro viejo que conoce a la perfección el terreno donde juega, proviniendo como proviene de la anterior legislatura y sabiendo, como debería saber, los acuciantes problemas con los que se enfrenta el sistema sanitario: la financiación, el aumento de la población inmigrante en algunas comunidades autónomas y su efecto en la asistencia, el crecimiento de una población cada día más envejecida, el desarrollo tecnológico en el campo de la salud y los desequilibrios que se producen entre las distintas autonomías en las carteras de servicios sanitarios.
Si estos problemas inciden de una forma negativa en los parámetros de calidad del Sistema Nacional de Salud, mayor efecto tendrá si desde el Ministerio no asume el papel que le corresponde como vigilante y coordinador del buen funcionamiento del sistema sanitario. Existe un talante hueco y una mitología de lo vacío que nos lleva a un callejón sin salida, donde se prefiere que se pudran los problemas antes de tomar decisiones. El buen político y el gestor están para descifrar los posibles conflictos, marcando pautas y estrategias que disuelvan los nubarrones que previsiblemente se avecinan en un futuro inmediato en la Sanidad –uno de los pilares básicos del Estado de Bienestar– ya que la actual crisis económica pondrá entre las cuerdas su financiación, entre otras cosas.
Quizá Bernat Soria no haya apreciado la disposición de la Profesión de Enfermería para llegar a acuerdos sobre su futuro profesional. O, en su caso, actuando con un talante sin talento, se presta a menospreciar a los más de doscientos mil enfermeros que ejercen en todo el Estado español, haciendo oídos sordos a reclamaciones tan legítimas y pactadas como la prescripción enfermera, o cauces abiertos a la negociación como la implantación del Sistema de reconocimiento del desarrollo profesional o la jubilación especial para la profesión, sin olvidarnos del desarrollo efectivo de las especialidades de enfermería o la clasificación profesional acorde al nuevo título de grado, entre otras reivindicaciones. Sería torpe que un ministro investigador y gestor del Ministerio cerrara los ojos ante una profesión como la Enfermería, a la que nadie le ha regalado nada y que ha venido desarrollando su identidad a fuerza de presión y conflictos, primera línea de defensa en la batalla por ampliar su ser enfermero. Sólo hay que ir a las hemerotecas y analizar la historia de la Enfermería. Ahí está la clave de su evolución y su papel actual y futuro en el Sistema Nacional de Salud.