Al principio del ferrocarril existían tres tipos de viajeros: de primera, segunda y tercera, cada uno pagaba un precio y las diferencias entre una y otra categoría eran importantes. Mientras los de primera gozaban de vagones con asientos tapizados y ventanas con cristales para que no entrara el humo de la máquina de vapor ni el frío, los de tercera soportaban el viaje en duros bancos corridos de madera y en sus vagones no había cristales, por lo que el frío y el humo eran molestos compañeros de viaje.
{mosgoogle}En el problema que los españoles arrastramos con el agua vemos que también existen categorías según las comunidades autónomas: han bastado unas semanas de demanda de soluciones al problema hídrico particular de Cataluña, pasajeros de primera, para que el Gobierno de la nación articule unas medidas urgentes encaminadas a solucionar la escasez de agua en Barcelona, aún a costa de contradecir frontalmente la política hidráulica del propio gobierno en los últimos cuatro años. Por mucho que, eufemísticamente, se niegue el nombre de trasvase a la solución acordada, técnicamente e independientemente de la finalidad a la que se dedique y de la infraestructura utilizada, trasvase es “toda transferencia de agua entre dos cuencas hidrográficas”.
La reacción de Castellón, Valencia, Alicante y Murcia, pasajeros de segunda, ha sido inmediata: no admiten el agravio comparativo que supone el trasvase del Ebro hacia Cataluña y la negación del mismo hacia Levante. Mientras tanto, los castellano-manchegos, pasajeros de tercera, asistimos estupefactos a esta guerra del agua en la que, tanto desde los partidos político como desde los medios de comunicación, esta región de Castilla-La Mancha, la única que hasta hoy ha venido siendo hídricamente solidaria, queda una vez más fuera de juego y nadie defiende sus legítimos intereses en materia de agua. Como en el discurso marxista los alienados proletarios quedan apartados del disfrute de las plusvalías que su trabajo genera, pero mientras no se produzca la toma de conciencia, nos dirán, cada uno tiene lo que se merece.
Mientras tanto desde el Gobierno de Castilla-La Mancha, para no entrar al fondo del problema y seguir entreteniendo a los ciudadanos, se aboga por el fin del trasvase Tajo-Segura, al que el Estatuto autonómico ya le tiene puesta fecha de caducidad, y se aplaude un regresivo Plan Especial del Alto Guadiana, consensuado por todos excepto por la Plataforma por el Agua y la Viña, que se ha quedado sola reclamando agua para cubrir las necesidades de progreso y desarrollo de Castilla-La Mancha.
La paradoja manchega
En materia hídrica Castilla-La Mancha es la autonomía más paradójica de España. Situada en el centro de la península, sobre su territorio fluyen cinco cuencas hidrográficas y bajo la comarca de La Mancha, una de las mas secas de España, se encuentra, declarado sobre-explotado desde hace 22 años, el mayor acuífero subterráneo español, el acuífero 23, 20.000 Km2 sobre los que se asientan 600.000 personas.
En Castilla-La Mancha se generan anualmente 6.200 Hm3 de agua, mientras que apenas consume 2.350 de esos Hm3, el resto, 3.850 Hm3 van a parar a regiones limítrofes: Murcia, a través del trasvase Tajo-Segura, y Extremadura, a través del propio río Guadiana. Gracias a estas aportaciones la región murciana puede desarrollarse económicamente, en los sectores turístico y agroalimentario, y Extremadura con los pantanos más grandes de la península, puede alardear de ser la única región que podría soportar sin restricciones siete años continuados de sequía extrema. Mientras en Murcia y Extremadura se han aumentado las superficies de regadío, para Castilla-La Mancha el Plan Especial del Alto Guadiana diseñado por el Ministerio de Medio Ambiente pretende reducir a la mitad la superficie regable, basándose en la falacia de que “no hay agua suficiente”.
La Plataforma por el Agua y la Viña de Castilla-La Mancha no se opone como hacen la Junta de Comunidades de CLM y sus voceros a los trasvases, ni siquiera al trasvase Tajo-Segura, al revés, pensamos que el agua hay que llevarla de donde sobra hacia donde escasea, pero dentro de una política hídrica nacional coherente que sirva para cohesionar territorialmente y fortalecer económica y socialmente al conjunto de la nación española. Porque el agua ni es patrimonio autonómico ni competencia excluyente de un territorio sobre los demás. Desde esta Plataforma exigimos a los políticos que se dejen de ideologías y se dediquen a solucionar los verdaderos problemas de las personas y del mundo real.
La puesta en marcha de un trasvase desde la desembocadura del Ebro hacia el Levante puede servir para que, por fin, gran parte del agua que se genera en Castilla-La Mancha pueda ser utilizada para el desarrollo de la propia región. No basta con clamar por el fin del trasvase Tajo-Segura, son necesarias soluciones de recarga directa o indirecta de los acuíferos, creación de infraestructuras y potenciación del desarrollo socio-económico de la región, para lo cual el agua es elemento imprescindible.