Hoy he conocido dos humanos “sospechosos”. Alarmantemente, no estaban preocupados por generar más y más, con lo que afrontar la hipoteca, el coche o el abrigo de piel, que “deberían” creer necesitar en su armario, para aparentar felicidad.
Habían atropellado a un perro … y estaban llorando.
{mosgoogle}El animal era de ellos, le criaron desde cachorro y solo llevaban quince años con él. Simplemente le aplastaron la cabeza con la rueda trasera, cuando el animal salió a recibirles, tras un largo viaje.
El anciano que conducía no le vio, desde su potente todo terreno. Eso me gusta. Viven en un pueblo al lado de la carretera y jamás pisa campo, pero su hijo le “creo la necesidad” de poseer un lujoso 4×4.
Ja,ja ja, con lo contento que estaba él, con su Opel Kadett de veinte años y que nunca le había fallado. Su vástago le inyectó el virus del consumismo, nuestra bendita misión es este asqueroso planeta.
La hija, treintañera ella, y que ocupaba el asiento del copiloto, puso rauda pie a tierra, pero aun así, no pudo evitar que su hijo y nieto por tanto del conductor, presenciara “en directo” y a escasos metros todo el proceso.
Aquel despreciable humano en plena formación y crecimiento, a los que ellos llaman “niños” . lloraba desconsolado, mientras sus manos tapaban sus ojos, para no ver la escena y segundos después las apartaba de su cara y estiraba sus brazos hacia el cielo, preguntando ¿por qué? ¿por queeeeeeeeee? ¿qué te ha hecho “la” mi perrina, que solo nos dio cariño, que jamás ocultó su alegría ante nuestra presencia y caricias? ¿por qué?… Y encarándose con el autor, le espetó: ¡abuelo ¿qué has hecho? vengo desde Barcelona a verte y disfrutar unos días de vosotros ¿y me haces esto?
Ja, ja, ja… fue muy divertido.
El anciano, ajeno a todo el hecho y asustado ante la “actuación” del nieto, pensó que este se había vuelto loco. Vio que la madre le abrazaba, pero el chico lloraba desconsolado y lo que mas me gustó, fue como el anciano, al ver al animal destripado junto a la rueda, abrió mucho los ojos, colocó los brazos en cruz, se arrodilló y lanzó al viento un grito nacido en lo mas profundo de sus entrañas. Jamás pensé, que un asqueroso humano pudiera gritar así.
Malditos tarados. Solo son una “raza” inferior, a los que aun les pueden los sentimientos. Se resisten a evolucionar. El problema, es que esto, solo le ocurre a los que portan aun, un cerebro activo. Localizadlos y destruidlos de inmediato. Gente así no nos interesa. Pulsa el interruptor amarillo, donde pone: amanecer…¡comienza un nuevo día!