A veces, veo los periódicos, como aquella caja de gusanos de seda, que teníamos cuando éramos pequeños y nos asomábamos, levantando levemente la tapa, para no perdernos el ajetreo que allí ocurría, sin incidir en su rutina.
Otras, aparecen porque hay que rellenar el papel. Las mas interesantes son aquellas jeroglíficas, en las que hay que leer entre líneas.
Pero de las noticias que escribo hoy, son aquellas, que parecen mas, las treinta primeras líneas de un grueso libro, que un triste hecho narrado, sin mas.
{mosgoogle}Me explico: leo en prensa, que unos jabalíes vagabundos, provocaron un accidente una madrugada de unos días atrás. El automóvil no fue detenido a tiempo, para evitar el impacto.
El desenlace es que, quien iba de copiloto, se encuentra en el hospital de Oviedo. Nada mas ingresar, le fue extraído un ojo y los médicos, manifiestan poca esperanza, en que pueda salvar el otro.
Ciego…ciego total a los veinte o los treinta, por unos jabalíes…¿es o no es una historia para narrar? Ya, pero es que la cosa, NO ACABA AHÍ, ni mucho menos.
Ya todos sabemos que muchísimos soldados, han muerto por el fuego de sus propios compañeros, sobre todo cuando el campo de batalla esta “habitado” por ambos bandos.
Cuando en pleno combate, escuchas un caza, me imagino, que las piernas se les aflojan a todos, vistan el uniforme que vistan, porque generalmente, la barrida de la ametralladora, no distinguirá ni el Rh, ni la región donde naciste, ni el país que te contrató.
Imagínense, cuando hay que ir a una casa, a dar la noticia, a unos padres que miran frecuentemente al cielo, porque su hijo está en la guerra de turno y además hay que decirles (vale mas que no) que su hijo ha muerto, por las balas de sus propios compañeros.
Pues, algo parecido, le ha pasado a este chaval, porque SE SUPONE , que los únicos enemigos que tenían aquella mañana, eran unos jabalíes que cruzaban, como cada mañana, entre la niebla, cosa, a la que por estas tierras astures, estamos bastante acostumbrados . Todo lo demás estaba allí para protegerles: los frenos del coche, el control de dirección, la adherencia de los neumáticos… todo, todo amigo del humano.
¿Saben ustedes, el motivo por el que este copiloto quedara ciego, si los médicos, no logran “remendar” el problema?… ¡la pólvora del airbag, al estallar, le quemó los ojos!.
A eso, es a lo que yo llamo, morir bajo fuego amigo. Otros dirán: daños colaterales que hay que pagar por “el lujo” de poseer airbag.
Por cierto…¿se imaginan la sangre de debe estar corriendo en estos momentos, en los grandes y pequeños partidos políticos, debido a los navajazos por la espalda del “fuego de los amigos” que harán lo inimaginable por aparecer en las listas en lugares notables?
Y es que la vida tiene unas cosas…que no hay forma de comprenderlas. ¿O si?