Acabo de leer que el grupo británico Radiohead ha conseguido ser líder de ventas en Reino Unido (amén de algún que otros país más) con su último disco, In rainbows.
{mosgoogle}Sin dudar de la buena o mala intención de Radiohead, personalmente este tema me parece más cercano a la tomadura de pelo que al altruismo musical. Y es que no es ningún secreto que cuando uno se baja un disco de internet, al estar comprimido, la calidad de sonido es sensiblemente inferior a la original, de modo que, con su iniciativa, Radiohead pretendió que la gente pagara por bajarse un disco por el que generalmente no paga nada y que tiene una calidad de sonido bastante cuestionable. En definitiva, Radiohead pretendió sacar algún que otro euro de algo de lo que habitualmente no se saca ni un duro.
No hace falta investigar mucho para darse cuenta de que a día de hoy, en plena crisis del formato disco (que no de las discográficas), los grupos que públicamente han declarado que no les importa que sus fans se bajen su disco de internet y que incluso les han animado a hacerlo, han sido precisamente los que mayor generosidad han infundido en el público y, a la postre, más discos originales han vendido. Es obvio que el hecho de que uno de tus grupos favoritos decida no insultarte y no criminalizarte por una práctica totalmente legal hace que crezca tu simpatía por ellos y decidas obsequiar su benevolencia comprando su disco en las tiendas.
Ésta es una realidad que nadie discute, y tanto los artistas como las propias multinacionales se han dado cuenta de ello. De este modo, hace unos meses leímos las declaraciones de artistas como Alejandro Sanz, conocido músico e internetófobo, que decidió quitar hierro al asunto y ponerse del lado de los consumidores, cambiando así su habitual discurso y buscando la simpatía del público. Las multinacionales, que de tontas no tienen un pelo, también se han percatado de este factor simpatía y han cambiado su táctica. Hace un tiempo ya hablé muy por encima de esto que ahora conviene ampliar: últimamente observamos atónitos las declaraciones de diversos artistas, otrora anti-descargas-P2P, poniendo a parir a sus discográficas, defendiendo a los que se bajan el disco de internet y, en definitiva, poniéndose del lado de los consumidores. Sin embargo, estos grupos siguen con sus discográficas, no rompen el contrato con ellas, y resulta extraño no tener después noticias de que sus jefes les han echado el alto por sus declaraciones, máxime cuando sabemos que, hasta hace no mucho, muchas discográficas, al firmar a los grupos, les oblogan por contrato a criticar públicamente las descargas de internet.
Entonces uno se pregunta: ¿qué ha pasado? ¿es que las discográficas, con lo pendientes que estaban antes, ya no están al tanto de las declaraciones que hacen sus artistas? Lo cierto es que todo esto parece dejar entrever una estrategia bien definida, y es que a no pocas multinacionales se les ha ocurrido la idea (bastante buena, por cierto) de decirles a sus artistas que lancen un mensaje sobre lo malvada que es su discográfica, lo mal que le tratan, lo que le explotan y el grandísimo dinero que le roban. ¿Resultado? El consumidor, sensibilizado ante el puteo al que supuestamente está siendo sometido el artista, opta por agradecer su profesionalidad comprándole el disco.
"Tú critícanos públicamente, que así venderás (y venderemos) más", parecen decirles las multinacionales a sus artistas. Y les está saliendo bien la estrategia, claro que sí.