La Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural –AMFAR- se suma un año más a la celebración del Día Mundial de la Mujer Rural para hacer un reconocimiento especial a las 5 millones de mujeres rurales españolas, que con su labor diaria garantizan la supervivencia de nuestros pueblos y el mantenimiento de las explotaciones familiares agrarias.
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Según un estudio del Instituto de la Mujer, estas mujeres aportan un total de 770 millones de horas anuales a labores agrícolas y ganaderas, de las que el 78% no son retribuidas. Una situación que reclama de justicia y de la implicación del gobierno que reconozca a las mujeres el disfrute de los derechos laborales que les corresponden.
En un día como hoy no podemos olvidar a aquellas mujeres que hacen posible el mantenimiento de un hogar y una familia. Dos de cada tres mujeres rurales se declaran como ama de casa. Para la mayoría de ellas, las tareas domésticas es su principal ocupación, que suelen compartir con otros trabajos como el de ayuda familiar o el cuidado de personas dependientes, hijos, nietos, ancianos o discapacitados.
También un día como hoy debemos hacer un llamamiento especialmente a los varones para que colaboren en el cambio de mentalidad que las mujeres rurales y toda la sociedad española les reclama. Un cambio que les permita ver con claridad su corresponsabilidad en las tareas domésticas, en la educación de los hijos y en la atención de los familiares dependientes.
Un llamamiento que quiero hacer extensivo a las administraciones públicas para que hagan posible una mejor calidad de vida en las zonas rurales, con una mayor inversión en infraestructuras y servicios sociales que armonicen el trabajo de las mujeres en las tareas domésticas, para que no les limite el tiempo de formación y su futuro laboral.
Por último, si hay algo que define a la mujer de hoy en general y a la rural en particular es su interés por incorporarse al mundo laboral y gozar de autonomía e independencia personal. El coraje de la mujer rural ha sido capaz de romper los roles establecidos por una sociedad tradicional que limitaba su participación en lo público, y hoy las encontramos al frente de ayuntamientos, dirigiendo pequeñas empresas o comercializando productos agrarios. Sin embargo, esta quiebra del orden tradicional sigue chocando con la limitación del mercado de trabajo especialmente en el ámbito local, incapaz de proporcionar ofertas de incorporación laboral a la mujer.
Como vemos, es mucho lo logrado por las mujeres, pero no es poco lo que aun falta por hacer: mayor inversión en infraestructuras, más servicios sociales, mayor formación, más ayudas para las emprendedoras, reconocimiento jurídico del trabajo agrario y familiar, mayor inversión en nuevas tecnologías de la comunicación, políticas que permitan conciliar la vida laboral, familiar y personal…
En resumen, más compromiso gubernamental para convertir a la mujer en el centro del desarrollo rural y disfrute de la igualdad que le corresponde por derecho. ¡Felicidades a las Mujeres Rurales!