Vinos mareados

Mª Luisa Soriano Martín

La mayor parte de los vinos generosos producidos en España recorrieron una ruta marítima hacia Inglaterra que se inició en Cádiz y Málaga fundamentalmente. Los fenómenos que ocurrían en estos vinos en los recipientes de transporte (toneles o botas) tienen mucho que ver con su perfil sensorial y con las actuales prácticas de elaboración y crianza.

Plinio, ya en el siglo I, hablaba de las excelencias de los “vinos mareados”, diciendo que esos viajes eran los que les comunicaban el vigor al vino. Son, por tanto, vinos que evocan una tradición marinera y viajera descrita como nadie por intrépidos escritores ingleses, como Lord Byron. Es tal el aprecio que los británicos sienten por estos vinos que algunas bodegas jerezanas y sanluqueñas, en el siglo XIX, aún mantenían esta práctica cuando el cliente así lo exigía. Es más, los buenos whiskies escoceses presumen de su crianza en botas que antes contuvieron vinos de Jerez y de Sanlúcar de Barrameda.
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Creo que la mejor forma de saborear estos vinos es conociendo, antes de llevarse la copa a la boca, la forma en la que han sido elaborados.

Déjenme que les cuente brevemente, a los que no lo sepan, cómo se elabora este vino. La vendimia es conducida hasta el “almijar” donde, en unos discos de esparto la uva se “solea” durante unas horas para que pierda humedad y de esa manera se enriquezca su contenido de azúcares. Tradicionalmente la fermentación se realiza en los lagares situados en los viñedos.

Pasados unos meses, los mejores vinos se “encabezan”, o sea se les añade alcohol vínico, y aquí es donde yo quería llegar, este alcohol, obtenido por destilación, es el llamado alcohol de boca. Pero, antes de detenerme en él, permítanme que les concluya la elaboración. Los vinos son introducidos en botas de madera de roble apiladas, dejando un espacio en su interior vacío donde se desarrolla espontáneamente un “velo” de levaduras, que es una fina película sobre la superficie del vino en el que se producen una serie de transformaciones químicas. Por último, la crianza de estos vinos se realiza trasegándolos desde las botas situadas en la parte superior a las más cercanas al suelo que son las que contienen el vino más antiguo y de mayor calidad.
    
Volvamos al alcohol de boca. Habrán visto ustedes que una de las fotos del verano es la de José Luís Rodríguez Zapatero disfrutando de unas tortillitas de camarones y de una Manzanilla en Sanlúcar de Barrameda. Bueno, pues para que el Presidente pueda retratarse de la misma manera el año que viene, tienen que pasar dos cosas: primero, que gane las elecciones y segundo, que, en las negociaciones de la OCM del vino, defienda a ultranza las ayudas a la destilación, porque el alcohol vínico que había en esa botella de la foto viene de Castilla-La Mancha y sirve para elaborar un vino de hermoso apellido, generoso, que a nosotros, los castellanomanchegos, nos ofrece una salida comercial de primera importancia.

Que los vinos se mareen en un barco, como decía Plinio, me parece complicado, pero más difícil me parece que el año que viene Zapatero se tome unas sabrosas tortillitas de camarones  acompañándolas de una Manzanilla, porque, para vivir en el Coto como un marqués, a todo tren, con vacaciones pagadas por los contribuyentes, y acercarse a Sanlúcar de Barrameda a saborear tan deliciosa combinación, tiene que ganar las elecciones y, con los tumbos e insatisfacciones que viene dando en su gobierno, es muy difícil que los españoles pongan de nuevo en él su confianza.

Que el vino generoso Manzanilla se siga elaborando con alcohol de boca procedente de Castilla-La Mancha depende de que en las negociaciones sobre la OCM del vino en Bruselas se siga apoyando la destilación.

Nuestra Ministra de Agricultura no puede tener otro objetivo en Bruselas, que ganar como sea, luchando, codo a codo con nuestra Consejera del ramo, para que la OCM del vino permita la destilación de nuestros excedentes, por ser ésta la única solución viable para una parte importante de los viticultores de Castilla-La Mancha. Si no lo consiguen la situación será muy grave para nuestra vitivinicultura y lo mejor será que dimitan o que las cesen. No puede haber otro modo de purgar semejante culpa.

Aunque, para mí que, conociendo a los responsables españoles de la negociación en Bruselas, es más que probable que la destilación de nuestros excedentes de vino deje de estar subvencionada, lo que para Castilla-La Mancha será una tragedia y para sus viticultores una crueldad. Acto seguido la Ministra y la Consejera de Agricultura justificarán su fracaso, como ha hecho la Ministra de Fomento con el caos de Cataluña, buscando un chivo expiatorio. Ellas continuarán en sus cargos y nosotros seguiremos deleitándonos con su incompetencia. Que lástima.

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