Conocí a D. Ángel Ballester cuando yo era un joven aprendiz en estos asuntos de la “cosa pública” y se me encomendó por parte del entonces Alcalde, D. Francisco Gil-Ortega, la responsabilidad de dirigir el Patronato Municipal de Discapacitados, entonces llamado de “Minusválidos”.
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No pretendo glosar aquí los méritos profesionales de una persona de tan dilatada trayectoria profesional, que los tiene, sino reconocer la figura del hombre de bien a quien Dios le ha otorgado la gracia de tener un hijo”especial”, seguramente el más querido, por el que tanto Ángel como su esposa han luchado y lo siguen haciendo para que sea una persona con plenos derechos y con los medios suficientes para una vida digna. Viene aquí a cuento la ingente labor de Ángel al frente de los padres del Colegio Fuensanta, institución que me atrevo a calificar que no sería lo mismo sin la figura señera y quijotesca de este Ciudadano Ejemplar. Este ciudadrealeño por los cuatro costados rebosa juventud y aunque su corazón, a fuerza de ponerlo en cada acto y en cada obra que ha realizado, le ha jugado alguna mala pasada, todavía te aprieta la mano como si de una tenaza de acero se tratara. Que hay que ser muy hombre para aguantarle el apretón de manos a D. Ángel.
Escribo esto cuando aún no se ha celebrado la ceremonia de proclamación de Ciudadano Ejemplar, pero estoy seguro que cuando se vea en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, desde donde también sirvió a su ciudad en años difíciles y con escasos medios, rodeado de sus amigos y de su familia, se emocionará e intentará quitarse méritos. Yo le digo que tiene merecimientos más que de sobra, que los honrados somos nosotros al tener ciudadanos ejemplares como Ángel y quiero terminar con unos versos de D. Miguel de Cervantes en los que define al “Caballero Español” y que vienen como anillo al dedo a la persona de D. Ángel Ballester Escobar, un caballero español:
“Castos en los pensamientos, honestos en las palabras, generosos en las obras, valientes en los hechos, caritativo en las necesidades y mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla”.