El discurso de investidura de Barreda tuvo un sabor amargo, lleno de rencor y odio a la oposición y en concreto a la persona de su presidenta. ¿Por qué será? ¿Es que tiene miedo a una mujer que sabe gestionar con eficiencia?
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Barreda se mostró como una persona soberbia y altanera. Sus electores deben saber que, según palabras textuales, no admite lecciones de democracia cuando se le dijo que debía arbitrar mecanismos de control en el Parlamento iguales a los que existen en toda España ¿Por qué tiene miedo a que la oposición le pida responsabilidades con cierta periodicidad a su gestión? ¿Es que su nivel de endiosamiento le lleva a considerarse un señor feudal que todo lo puede, calificando de “minoría” a un partido que se ha quedado a 30.000 votos para poder gobernar la región?
No era el momento de insultar ni de mirar al pasado. Esto debe de ser por aquello de la Ley de Memoria Histórica que es la única que su jefe de filas está empeñado en aprobar. Por mucho que se quieran desmarcar de la política nacional alardeando de españolistas, en Toledo, claro.
La misión de cualquier político es gestionar con eficacia. Al igual que en la vida cotidiana los trabajadores rinden en su trabajo con responsabilidad para que sus empresas generen beneficios (económicos o sociales), los políticos debemos aprovechar los cuatro años que los ciudadanos nos han “prestado” para administrar con eficiencia y responsabilidad los recursos públicos.
Después del debate de investidura yo no sé si es que Barreda no tiene proyecto político (espero que no sea así por el bien de los castellano manchegos) o es que es tan nefasto político que no supo plasmarlo en una hora y diez minutos de discurso de investidura.
En definitiva, Barreda ha demostrado ser un político sin talante, y lo que es peor, sin talento. No sabe mantener las formas, no es un buen orador y sobre todo muerde la mano de quien se la tiende para mejorar el futuro de sus ciudadanos. Desaprovechó la oportunidad de mostrarse como un gran estadista, como el presidente de todos los castellano manchegos, orgulloso de quienes le han votado y conciliador con quienes han preferido otras opciones políticas. Esta es la actitud que, a mi modesto juicio, debe tener un presidente en quien la mayoría de los ciudadanos han depositado su confianza. Orgulloso de su triunfo, agradecido a sus electores y con ganas de dialogar, por el bien de los ciudadanos, con la oposición, quien, por cierto, también representa a un buen número de personas.