Un nuevo movimiento político parece irrumpir con fuerza en el panorama político español. Es una mezcla de nuevo conservadurismo y apelación a los clásicos valores del más rancio abolengo, de consolidación y ruptura con el consensuado marco político actual. A esta tendencia los pensadores políticos actuales la han convenido en denominar Nueva Derecha: un movimiento situado ideológicamente a distancia equidistante entre la extrema derecha y la tibia democracia-cristiana occidental.
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Para ello utilizan un lenguaje de enorme agresividad dirigido a restaurar un “supuesto orden” a base de autoridad (guerra al terrorismo, a la droga, a la delincuencia, a la inmigración ilegal): el sistema policial frente al garantista sistema de libertades es su alternativa para gobernar.
Su discurso presenta la apariencia de representar, mucho mejor que la izquierda, los problemas de un amplio elenco social. El aparente divorcio existente entre las realidades que viven las élites políticas, económicas y sociales, frente a lo que verdaderamente interesa y preocupa a las clases corrientes, se convierte en el fundamento de su discurso oficial. Pueden presentarse, así, como los auténticos defensores del ciudadano común, garantes de sus anhelos y expectativas, pero sobre todo protectores frente a sus miedos.
Su actuación rompe con la vía política tradicional: la canalización del discurso a través de los partidos y fuerzas políticas de carácter institucional. Por el contrario estos nuevos Mesías son expertos de la innovación comunicativa y de las nuevas formas de expresión. Internet es utilizado como su medio de comunicación directo con todos aquellos elementos sociales que carecen de otros espacios autónomos de expresión. La utilización del e-mail y de los foros de opinión resulta magistral: convierte el discurso retórico en herramienta de fabricación de su interesada realidad.
Este modelo político de Nueva Derecha (radical, moralista, populista y virtuosos de la comunicación) está instalándose en España de forma acelerada y hostil. Su punta de lanza son los medios de comunicación de gran audiencia manipulados por un elenco de reconocidos periodistas y ensayistas, antiguos militantes de la izquierda más radical, hoy reconvertidos en adalides de esta Nueva Derecha que tan bien saben manipular. No practican el periodismo informativo ni de investigación, no buscan neutralidad de juicio, ni mucho menos la “verdad” con toda la parcialidad que implica este término. Sus intervenciones son descaradamente interesadas, dirigidas a ampliar su influencia y a generar una corriente de opinión favorable: la acusación y la denuncia son las armas, que a falta de pruebas, levantan todo tipo de sospechas y dudas sobre el político actuar.
La indignación moral y el sarcasmo son moneda corriente de ese discurso chabacano y pobre. Sin embargo constituyen la clave de su éxito. Detrás sólo existe desgaste personal por muchos años de lucha política (generalmente en las líneas del progresismo izquierdista, cuando no radical), el posterior alcance y utilización del poder, y sobre todo, resentimiento por la larga permanencia de la izquierda moderada en el gobierno. Son ese nada despreciable sector de desencantados que quedaron en la cuneta sin saborear las mieles del poder, por uno u otro motivo, quienes constituyen la vanguardia de esta nueva opinión. Su renuncia al lenguaje políticamente correcto para pasar a “nombrar a las cosas por su nombre”, a expresar “lo que muchos piensan y no se atreven a decir” les confiere una ventaja importantísima frente al discurso de retórica vacía del viejo progresismo que no alcanza ni con mucho a llegar al corazón, tan lejos de la precariedad física y moral que han motivado los grandes cambios del capitalismo ancestral.
Y actúan no solamente en los grandes foros políticos, sino también en los más reducidos de ámbito local. Listas electorales independientes, partidos ciudadanos, constituyen su mas clara expresión: la materialización de la Nueva Derecha en los más recónditos lugares del panorama político español …
Difícil, muy difícil lo tiene la izquierda progresista y moderada si no sabe reaccionar, esclerotizada como se encuentra por años de ejercicio del poder y aburguesamiento institucional.