Es este un buen día para recordar la importancia que en un sistema democrático tiene la fortaleza de los medios de comunicación para garantizar el entramado de participación política de los ciudadanos en las elecciones. Nuestra organización política se entiende a la luz de un valor fundamental llamado pluralismo político. La certidumbre y el contenido del mismo se fundamenta en muchos pilares, pero de entre ellos, dos son básicos: el primero es la libertad de poder creer lo que queramos, exteriorizándolo mediante el voto (eso lo tengo muy presente en las fechas que se avecinan). Y el segundo es la libertad de recibir una información veraz y plural. Me detengo en esta base del pluralismo con ocasión de la fecha que celebramos.
{mosgoogle}La seña de identidad de un país libre es la pluralidad de medios que sirva para incidir en la opinión pública. El respeto del libre mercado en la creación de televisiones, radios, periódicos o diarios digitales, se complementa gracias al pluralismo con la existencia de medios públicos que, igual que los primeros trasladan la opinión de sus consejos editoriales, los segundos reflejan la sensibilización mayoritaria de la institución pública que los mantiene. Unos y otros, para hablar de una sociedad realmente avanzada, deben no obstante respetar y potenciar la libertad de sus periodistas y comunicadores con las menores trabas posibles, incluso dentro de una línea editorial definida. La finalidad es que los receptores de comunicación, los ciudadanos, tengan la posibilidad de informarse por múltiples vías, eligiendo incluso si así lo desean, las más extremas.
De entre los retos que afronta la libertad de prensa, especialmente destaca la expansión de la información digital. Pero yo quisiera resaltar un problema antiguo, muy extendido fuera de los grandes medios de comunicación, y que desgraciadamente padecemos mucho en provincias: las dificultades consustanciales al empleo periodístico que sufren las mujeres y hombres que dan sentido a los medios locales, gracias a los cuales ustedes conocen nuestra labor política. Por muchas leyes que les amparen, y sin entrar en la dignidad de sus salarios, que intuyo no deben acercarse a los de un Luís del Olmo, me parece una realidad que sus horarios son muy dilatados, que deben trabajar soportando una presión horaria inevitable y que, por ejemplo, extremos como los de conciliar vida laboral y familiar pueden en ocasiones ser más un mito que una realidad, ante el cierre de una edición, la emisión de un informativo o por la foto que sacar en un instante determinado que no espera. Si importante es que el pluralismo se fortalezca, no lo es menos que el capital humano que lo sostiene sea recordado hoy como ejemplo de un trabajo sacrificado. De ellos es principalmente este día.