Cocina japonesa en el hospital

PabormiPabormi

A pesar de estar en época preelectoral, este artículo no es una crítica, ya que todos sabemos que en todos sitios y bajo cualquier palio, se cuecen habas.

La pasada Semana Santa, me desplacé a otras tierras en busca de sol…(perdón) en busca de lluvia, viento y procesiones suspendidas y las gentes nos contaban las lindezas de un gran hospital, recientemente inaugurado en aquello lares.

El problema es que si accedes al centro en calidad de visitante, no puedes contar con tanto detalle los “pormenores” del hospital, a no ser que te hayas puesto una bata blanca y colado en la zona caliente del mismo.
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Decían que habiendo ido a visitar a un enfermo, fueron sentados en un gran pasillo por donde desfilaban camillas con pacientes unos mas y otros menos graves.

En aquellos pasillos se produce lo que podríamos llamar “el cruce de miradas” entre quien esta allí esperando por la visita y el familiar del enfermo que te grita silenciosamente…¿tu, que coño miras? mientras tu le contestas…¡no, nada, si yo estoy aquí …esperando!

De repente caes en la cuenta de  que has ido con los crios , les buscas y están reptando por el suelo y corriendo pasillos (es que los peques,  tienen la costumbre de jugar) y  ves  que al lado de donde se le cayó el chicle al mayor de ellos y que con una destreza magistral volvió a recogerlo y meterlo en la boca,  hay un contenedor que pone: residuos de quirófano.

Y es cuando las palabras de quien me lo cuenta, en mi cerebro, comienzan  la cocción y veo la imagen de un mostrador de mercadillo sobre el que un gran cartel reza:

¡ofertas del día!: trozo de hígado recién seccionado de albañil, que tomaba dos copas de coñac, antes de subir al andamio cada mañana, esto es lo que le va a pasar, si usted hace igual, o… pulmón derecho de un fumador que intentó 12 veces dejarlo, después se pasó a los puritos y nunca encontró el momento… fíjese, fíjese y aprenda, o … pulgar izquierdo engangrenado de un funcionario que a falta de labor, se arrancaba las uñas de los pies con los dedos de las manos, o…”hemorroides de conductor que se negaba a coger el transporte publico y cada día acudía al trabajo en su coche”, o sea, lo mismo que la Dirección General de Trafico, pero en plan bestia.

Y entonces es cuando se me ocurrió, que el motivo de esto, pudiera ser  que el arquitecto que lo diseñó o el director del mismo, podrían estar pensando en ofrecer a los “clientes” un nuevo servicio, que coincide con la óptica de los japoneses. ¡Cocinar de cara al publico! …que si, que si, que a lo mejor da resultado. El próximo paso, podría ser, tirar muros, todo diáfano y que los grupos  de visitantes rodeara las camillas en plena operación y de esta forma, se pudiera aplaudir o abuchear al equipo medico, después de cada lance. Esta es mi sugerencia.

Pues nada…SUSHI para todos y unas bolsas a la entrada para quien quiera vomitar, ah y unos patines de alquiler en recepción,  para que los pasillos no se hagan tan largos, ah y que pinten en estos últimos rayas discontinuas en cada carril para poder adelantar, 25 señales cada 10 metros y 20 radares.

Tema arreglado. La imaginación al poder.

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