No es conveniente confundir magnesia con gimnasia –dijo alguien una vez- y en mi opinión, tienen mucho mas que ver ambas, que el ajedrez con cualquiera de ellas.
No seré yo quien niegue el ejercicio mental, asimilación de estrategias (trasladable a la vida real) y demás beneficios que aporta el aprendizaje y practica de dicho “juego”.
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Quizás para aclararlo un poco, podríamos dividir los deportes en CS (con sudor) y SS (sin él) y dichos profesores saben sobradamente, que la sagrada función de la educación física es hacer que la sangre circule y que la capacidad pulmonar aumente, recibiendo los músculos la actividad necesaria para estar en un tono adecuado.
Bien, pues todo esto, les aseguro que no se lo va a proporcionar el ajedrez. No mezclemos churras con merinas.
Si ya de por si, el entrenamiento físico es bastante “justito” en los Colegios e Institutos españoles (edades importantísimas para descubrir talentos e iniciarlos en hábitos deportivos, que les acompañarán de por vida) ahora resulta que cuando llueve, hay que practicar ajedrez. ¿para eso el gasto en material y espacio para gimnasios?
Sumen a lo anterior la “economía de movimientos” o mejor “movimiento 0” que están dispuestos a hacer nuestros jóvenes de forma voluntaria y tendremos al sedentario perfecto.
Los profesores tienen dos caminos: o el ajedrez e irse ellos a leer el periódico, o ponerse serios y hacer que se muevan. Me da que han elegido lo primero y para que no se note tanto que han tirado la toalla, les viene de perlas el ajedrez de marras.
Lo dicho, y cuando aprendan, pues nada hombre, aun queda el poker, el tute o el funcionamiento de la ruleta, pero eso si, que no se levanten de la silla, que no se esfuercen, no vaya a ser que les dé un “yuyu”.
Si yo sé esto, es porque me lo cuentan los chavales, por tanto, nada invento, simplemente me baso en información real, lo crean o no.