“Afrontar la escasez de agua”, el lema elegido este año para la celebración del Día Mundial del Agua, no es sólo una frase más o menos comprometida sino que encierra uno de los mayores retos del siglo XXI a nivel mundial pues el agua es el elemento esencial de la vida. Sin agua no hay vida, no hay alimentos, no hay bienestar, no hay futuro ni hay desarrollo.
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Pero la escasez no debe ser sólo entendida como consecuencia de la sequía, sino que debe abarcar todas sus manifestaciones. Así, en este día debemos recordar que cada vez más regiones padecen escasez crónica de agua debido a la sequía progresiva en las zonas más secas del mundo, en las que viven 2.000 millones de personas de las que la mitad son pobres. Por otro lado, debemos tener presente que aunque tres cuartas partes de la tierra están cubiertas de agua, tan sólo una pequeña parte de ella está disponible como agua dulce.
Por otra parte, nos encontramos con que hay países en los que abunda el agua dulce pero la escasez está provocada porque ese agua no se puede utilizar debido a la contaminación y otros en los que, desgraciadamente, no existen las infraestructuras básicas de saneamiento.
Según la FAO, organismo de Naciones Unidas encargado de coordinar el Día Mundial del Agua, una de cada cien personas en el mundo, es decir, en torno a 1.100 millones de personas no disponen al día ni siquiera de entre 20 y 50 litros de agua, que es el mínimo establecido por la ONU para cubrir las necesidades básicas de limpieza, higiene, bebida y cocina. La escasez de agua provoca que 3.800 niños mueran cada día en el mundo a causa de enfermedades producidas por no tener agua potable ni el saneamiento adecuado.
En estos días nos llega también una noticia que no hace más que incrementar esa preocupación que todos debemos tener sobre la escasez del agua: los grandes ríos del mundo se están secando a causa de la contaminación, la sobreexplotación y la construcción excesiva e irracional de presas.
Afrontar esa escasez, como señala el informe de la FAO, se ha convertido en “el gran desafío del siglo”. Y en ese desafío todos debemos asumir nuestra parte de responsabilidad. Por ello, en este Día Mundial del Agua es preciso hacer un llamamiento a esa responsabilidad de todos: administraciones a nivel mundial, nacional, regional y local para que apuesten por instaurar las medidas e infraestructuras necesarias que permitan un uso racional, ecológico, economizador y sostenible del agua y consumidores en general para que seamos realmente conscientes de que ahorrar toda el agua que podamos en nuestros usos cotidianos es una prioridad que va en beneficio de nuestro propio futuro.
El agua es un recurso limitado y finito que, desde hace décadas, venimos esquilmando sin ser realmente conscientes de que algún día se puede acabar. Es hora, por tanto, de asumir esa responsabilidad compartida sobre el mantenimiento de ese preciado y líquido tesoro que nos permita afrontar nuestro desarrollo de forma sostenible y asegurar el futuro de las generaciones venideras.