José Manuel Díaz-Salazar (Consejero de Industria y Tecnología)
A las 23:30 horas de hoy domingo asistiremos a un hecho histórico: el cierre de la central nuclear José Cabrera. Después de 38 años de vida, termina el ciclo de la que fue la primera instalación de estas características que se construyó en España, símbolo de su época.
En un momento histórico bien distinto, hoy tendrá lugar el fin de un período y el inicio de otro en el que la voluntad de la mayoría ha sido decir no a la energía nuclear. Así quedó reflejado en 2002 en el acuerdo entre los dos principales partidos políticos del país, PSOE y PP, para no renovar el permiso de explotación a partir de este año. De esta manera, el Consejo de Seguridad Nuclear concedió la última prórroga a la central estableciendo la fecha de cierre para el 30 de este año.
En efecto, el cierre de la central José Cabrera es la llave que cierra y abre momentos históricos -por muchas razones-, el actual marcado por la decisión sobre el modelo energético que queremos, la reactivación del debate en torno a la energía nuclear y el crecimiento económico global. Ni los castellano-manchegos ni su Gobierno somos ajenos a estas cuestiones en las que me detendré.
Sobre la primera, es innegable que la parada de la actividad de este reactor acaba con una época desde el punto de vista estrictamente técnico por razones obvias en las que no insistiré.
Pero de este hecho se desprende otro no menos importante: el poder de decisión sobre nuestro futuro, algo impensable hace cuatro décadas. Por fortuna hoy en día nadie puede obligar a los castellano-manchegos a asumir una decisión de estas características, nadie puede decidir por nosotros que sea nuestro territorio el que albergue una instalación nuclear, del tipo que sea, sin contar con nuestra voluntad. Y nuestra voluntad ha quedado reflejada en el Parlamento regional que dos veces se ha pronunciado a favor del cierre de Zorita.
Lo ha dicho esta misma semana nuestro presidente, ‘Nucleares, no gracias’. Los argumentos para decir no son muchos y variados pero quizá el principal es que nuestra región y en concreto la provincia de Guadalajara ha dado muestras más que sobradas de nuestra concepción solidaria del territorio.
Es irrefutable que Guadalajara ha albergado durante muchos años dos de los nueve reactores que componen el parque nuclear español, por tanto es el momento de que otros cojan el testigo. Nuestro compromiso está y estará vigente con el resto de comunidades autónomas, pero con otros modelos energéticos y en otros ámbitos.
La autonomía de decisión y la elección de nuestro tipo de desarrollo es por tanto la primera reflexión sobre el hecho que sucede mañana y que enlaza directamente con la segunda cuestión que apuntaba en líneas anteriores: el modelo sobre el que sustentar el crecimiento y el tipo de energía con el que alimentarlo.
El Gobierno de Castilla-La Mancha lo tiene claro: nuestro modelo pasa por las energías limpias. En esta línea se han encaminado nuestras políticas desde hace una década y no sólo las estamos manteniendo sino reforzando.
¿En qué se fundamenta esta decisión? En primer lugar las centrales nucleares producen residuos que tardan millones de años en perder su radiactividad; en segundo lugar, las energías limpias contribuyen a la reducción eficaz de gases de efecto invernadero, sobre todo CO2; el incremento de las renovables minimiza la dependencia de fuentes fósiles como el petróleo o el gas y de zonas del planeta políticamente inestables y, finalmente, promueve recursos propios vinculados a una industria puntera que atrae y genera importantes inversiones.
No son sólo palabras, los efectos de nuestra política son tan claros como que somos una región excedentaria de energía: producimos más de lo que consumimos, en concreto el 6’9% de la energía eléctrica nacional y consumimos el 4%. Sin Zorita seguiremos siendo solidarios con el resto de España.
Según datos de la Comisión Nacional de la Energía, el 39% del consumo eléctrico de los castellano-manchegos procede de energías limpias; la meta es alcanzar el cien por cien en 2012 para lo que ya estamos preparando la Ley de Fomento de Energías Renovables e Incentivación y Ahorro de la Eficiencia Energética que verá la luz antes de que termine esta legislatura.
No menos importante es que los castellano-manchegos hemos logrado evitar la emisión de más de 2’3 millones de toneladas contaminantes a la atmósfera cada año, algo que no hubiera sido posible sin una apuesta decidida por las energías limpias, una importante contribución a los compromisos adquiridos por España y Europa con el Protocolo de Kyoto.
El ahorro energético es otro de los pilares sobre los que hacemos pivotar nuestras decisiones. Es un viejo eslogan, casi un lugar común, pero mantiene toda su vigencia y define nuestras políticas: la energía más limpia es la que no se consume.
Este es el objetivo que perseguimos con las políticas de ahorro y eficiencia energética. Para ello estamos lanzando campañas de concienciación ciudadana y acabamos de firmar un convenio con el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético que supondrá una inversión de 24 millones de euros entre este año y el siguiente para intensificar el ahorro público y privado. Todas estas líneas de actuación se incrementarán con nuestra Ley.
A grandes rasgos este es el modelo energético de Castilla-La Mancha sobre el que estamos basando nuestro crecimiento económico y sobre el que también podemos decir algunas cuestiones de importancia. La primordial es que las energías limpias están apuntalando un tejido industrial potente, situado en la línea de la vanguardia tecnológica que además favorece la investigación. Esto ha provocado que el sector energético sea el subsector industrial que más aporta al valor añadido industrial de Castilla-La Mancha con una aportación cercana al 20%.
Para finalizar los puntos de la argumentación con la que iniciaba este artículo quiero lanzar una breve reflexión sobre el famoso debate nuclear en el que estamos inmersos y al que desde luego no queremos permanecer ajenos. Frente a quienes proponen la energía nuclear como alternativa ante el crecimiento económico del mundo, el cambio climático y el agotamiento de las fuentes fósiles es necesario apuntar varias cuestiones.
La primera es que tal como ya he dicho, su uso obligaría a las generaciones venideras a convivir con residuos radiactivos durante miles de años con los consiguientes riesgos. Siendo esto lo más importante, hay que decir que no todos los países pueden acceder a ella dada las capacidades tecnológicas que necesita por lo que el crecimiento de los más débiles se verá de nuevo estrangulado.
La alternativa pasa por concentrar esfuerzos en las energías renovables, el ahorro energético y el incremento de las políticas de I+D+i en aquellos campos más ventajosos para nosotros.
El Gobierno de Castilla-La Mancha siempre ha estado comprometido con la comarca de Zorita por eso ha sido partidario del cierre de la central más antigua de España de forma que su seguridad quedase salvaguardada. Ahora, cuando los pueblos de la comarca inician una nueva andadura, quiero mostrar de nuevo nuestro más firme compromiso que se concreta en primer lugar en ese gran pacto firmado el pasado 15 de marzo, cuya primera medida fue la constitución de la Mesa de Seguimiento esta misma semana y que contempla tanto actuaciones como inversiones concretas.
Desde la unidad, entre todos hemos sentado las líneas maestras de un presente y un futuro que se dibujan en el Plan de Desarrollo para la influencia de la Central Nuclear José Cabrera. Con esfuerzo hemos de ser capaces de llevarlo a cabo para proporcionar a nuestros ciudadanos las mejores condiciones de vida.