María Isabel Moya(directora del Instituto de la Mujer)
Cada año, cuando se acerca el 8 de marzo, es frecuente escuchar voces que cuestionan si tiene o no sentido seguir conmemorando y reivindicando este día cuando las mujeres disfrutan ya de los mismos derechos que los hombres.
Bien mirado, esta afirmación no deja de ser fruto de un pensamiento superficial; la mirada de quien asocia igualdad formal con igualdad real y la circunscribe a las democracias occidentales olvidando a los millones de mujeres que en otras partes del mundo no disfrutan, ni tan siquiera, de este estatus jurídico del que disponen las mujeres de aquí.
Pese a los avances logrados, a los importantes pasos dados, la desigualdad entre hombres y mujeres sigue siendo un hecho. Todavía es pronto para proclamar a los cuatro vientos la igualdad real, ya que nos estaríamos conformando con una utopía, aunque también es justo reconocer que, gracias a esos pasos, se está en el camino adecuado poniendo en marcha más y nuevas medidas encaminadas a erradicar desigualdades. Las históricas y otras más actuales.
Desde aquel octubre de 1931 en el que las mujeres españolas consiguieron el reconocimiento del derecho a votar como ciudadanas de pleno derecho no hemos dejado de crecer en ciudadanía. Ahora, cuando se cumplen 75 años desde aquel trascendental acontecimiento no exento de dificultades, podemos asegurar que las mujeres no han parado de luchar para que el resto de los derechos –a trabajar, a estudiar, a participar, a decidir, a su reconocimiento jurídico sin tutelas-, fueran igualmente reconocidos para todas y todos sin discriminación por razón de sexo.
Castilla-La Mancha viene trabajando desde hace muchos años en esa línea y se ha colocado entre las primeras regiones de Europa que ha desarrollado políticas de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Nuestra Comunidad Autónoma ha sido pionera en la puesta en marcha de medidas legislativas a favor de esta igualdad, la Ley de Prevención de Malos Tratos y Protección de las Mujeres Maltratadas y exigiendo listas paritarias en las consultas electorales; y con medidas especiales de inserción laboral como el cheque-empleo.
También estamos trabajando por un futuro en el que se rechacen comportamientos violentos, en el que no tengamos que hablar de violencia de género. Por eso es primordial la tarea educativa, la intervención temprana en el espacio escolar. Planificar y desarrollar el aprendizaje de la igualdad desde los primeros años, ya que partimos de una desigualdad que se ha ido consolidando a lo largo de la historia.
Asimismo, conciliar la vida laboral y la familiar es una cuestión que debería afectar tanto a hombres como a mujeres, pero los estudios demuestran que es un problema que aún hoy le toca resolver fundamentalmente a la mujer.
Por todo ello, todavía este 8 de marzo necesitamos hacerlo un “día reivindicativo”. La fuerza nos la da el saber que las mujeres actúan con todos los derechos. Es un día para demandar esa igualdad, para reclamar, para reivindicar, para exigir. Un día para alzar la voz contra los que siguen pensando que la única forma de que nos sigan las mujeres es caminar delante de ellas.
Aquí, en Castilla-La Mancha, tenemos muy claro que las mujeres tienen historia, pero también presente y mucho futuro porque sin la labor, la ayuda y la complicidad de las mujeres esta tierra no conquistará ese futuro. Aquí, en Castilla-La Mancha, tenemos fe y confianza en las mujeres porque han demostrado con creces su capacidad para decidir. Creemos en la igualdad de oportunidades. Ahora sólo esperamos que cunda el ejemplo más allá de este 8 de marzo.
Entre todas y todos.