Felipe Medina Santos
Disculpe el señor
si le interrumpo, pero en el recibidor
hay un par de pobres que preguntan insistentemente por usted.
No piden limosnas, no…
Ni venden alfombras de lana,
tampoco elefantes de ébano.
Son pobres que no tienen nada de nada
No entendí muy bien sin nada que vender o nada que perder,
pero por lo que parece/tiene usted alguna cosa que les pertenece.
¿Quiere que les diga que el señor salió…?
¿Que vuelvan mañana, en horas de visita…?
¿O mejor les digo como el señor dice:
«Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da, no se quita…?» (Joan Manuel Serrat)
Este Día de Andalucía ha sido absolutamente vergonzoso. Hemos tenido ocasión de contemplar uno de los episodios más ruines de estos últimos años: la condecoración de la latifundista y grande de España la Duquesa de Alba.Se le nombra hija predilecta “por su labor como activa embajadora de las tradiciones y costumbres de Andalucía”.
¿Tradiciones? Cayetana de Alba no es el referente de la arquitectura nazarí o el cante por soleares sino de otros usos con que los latifundistas han manchado históricamente Andalucía: el derecho de pernada, el hambre crónica, el analfabetismo o las jornadas de trabajo de sol a sol por una paga miserable.
Mientras se coronaba a la mayor poseedora del mundo en títulos aristocráticos y nobiliarios, veinte veces Grande de España, con un patrimonio multimillonario en palacios, empresas, negocios y cortijos, propietaria de 34.000 hectáreas de tierra,unos 500 trabajadores que protestaban por el nombramiento eran duramente apaleados por la policía.
Me hace gracia, una maldita gracia, que algunas instituciones hayan podido perder los referentes de la justicia,la igualdad y la solidaridad.Ha venido un torbellino y,en remolino,ha mareado los sentimientos de los más desafortunados,de los menos iguales,de los que con su trabajo diario empitonan cada amanacer.¿Se ha perdido el juicio?Algo semejante debe de haber sucedido.Si no no se explica.
¡La reforma agraria! Eterna asignatura pendiente del Estado. Y no estamos hablando de una pretensión ultraizquierdista sino de algo propio de los sistemas liberales que nacieron en el siglo XVIII: acabar con el sistema feudal de tenencia de la tierra. No solo lo tenemos pendiente desde 1975 sino que llevamos más de doscientos años tratando de acabar con l’Ancien Régime en el medio rural.
Desde el mismo instante en que estalla la Revolución Francesa en 1789, la corona española blindará el país contra cualquier idea avanzada. Por desgracia, los intentos de modernizar el Estado- la sublevación encabezada por Riego (1820), que originó el Trienio Liberal; La Gloriosa revolución que dio lugar al sexenio revolucionario y culminó con la efímera Primera República (1873); la Segunda República (1931)- han sido ahogados por la política acomodaticia de los recién llegados,de los recién establecidos y confortados.
Es indignante la carga policial contra los asalariados del campo que, en el ejercicio de su libertad de expresión,denunciaban ante el Palacio de San Telmo el último privilegio otorgado a la dama que goza de TODOS los privilegios.
Es manifiestamente escandaloso que la Grande de España,además,se permita el lujazo,en un programa televisivo, de llamar delincuentes a estos obreros que se manifestaron en contra del otorgamiento de tan digno “título”.
O hemos perdido, en este país, la vergüenza o estamos en ello.