Ramón Fernández Palmeral
Toma la milicia como arma redentora
¿Por qué encontrándose en el todopoderosos Vaticano del siglo XVI y bajo la protección y mecenazgo de Acquaviva, abandonó ésta cómoda situación y toma la vida soldadesca?
En las lecturas de las obras de Cervantes se aprecia como unas obsesivas ganas de servir a su majestad el rey de España, unas veces representado en la figura del Emperador Carlos I y V de Alemania, como se puede apreciar en el Persiles:
Y nos pusimos en camino de Italia, con intención de seguir a su majestad, que Dios guarde, en el ejercicio de la guerra.
Otras en la persona de Felipe II, se aprecia en El Cautivo:
…tuve nuevas que el gran duque de Alba pasaba a Flandes [Llegó a Bruselas el 22 de agosto de 1567]. Mudé propósito, fuime con él, servíle en las jornadas que hizo, halléme en la muerte de los condes de Eguemón y de Hornos, alcancé a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara, llamado Diego de Urbina…
Estas ganas de servir con las armas no son otras sino el deseo irrefutable de redimir sus penas que tenía pendientes en España, primero de prisión y después de la ablación de la mano derecha con vergüenza públicas por el duelo con Sigura en Madrid. Una necesidad de buscar el perdón a cambió de servir al rey y de esta forma ganar gloria y limpieza de su nombre y honra, puesto que en Italia era un prófugo de la justicia de Felipe II. Los Tercios de Italia o Flandes eran como la Legión de los años 1920, ingresabas y no te preguntaban por tu pasado. Al fin Cervantes ganó el perdón convaleciente en Mesina por las heridas sufridas en Lepanto, ya era soldado de confianza, llevaba en su poder unas cartas de Juan de Austria y del duque de Sessa virrey de Sicilia para la Corte, cuando regresaba a España en la galera «Sol» el 26 de septiembre de 1571. Por ello aumento su rescate en 500 ducados de oro (unos 30.000 euros de hoy según Manuel Fernández Álvarez, pág. 149 de su libro ya anotado).
Fernando Arrabal, afirma que durante la primavera de 1570 pudo tomar la decisión de abandonar «a su apasionado pero insoportable amigo y señor. Sin dinero ni ocupación, extranjero, chapurreando italiano, prefirió la libertad a la rutina». Cuando lo lógico es pensar, por la expeculación de fechas, ya estudidas, que no fue en la primavera sino en el otoño de 1570. Astrana Marín escribe que «no aviniéndose la entereza de su carácter en la vida de servidumbre, al cabo de pocos meses cuando conoció la proyectada Liga contra los turcos, abandonó su destino y sentó plaza en soldado en el Tercio viejo de Nápoles». Aunque esta razón valiente y cristina de «luchar contra el turco» sea válida, no me es suficiente y por la técnica historiográfica propongo: ¿Acaso no buscó Miguel de Cervantes redimir su deuda con la justicia del rey Felipe II en la Santa Liga, alistándose al servicio de las armas y de alguna forma heroica conseguir el perdonado por el Rey si el valor le era reconocido en batalla? Porque en el siglo XVI, las cuestiones de la honra, del honor, del linaje eran imprescindibles para vivir en sociedad, vitales y necesarias. Si en España, Miguel era buscado por la justicia en rebeldía no podía regresar, y la única posibilidad de volver como héroe era arriesgando «el pellejo» en batalla, bien en Lepanto, en Flandes o donde la ocasión de las armas entraran en batalla liberadora para él. Ya que el desideratum de Miguel fue el de ser poeta de la Corte como Garcilaso lo fue de Carlos V. Veamos un párrafo el cap.XXXVIII de la I parte de El Quijote, cómo nos habla de ser más estimado con lo que pretende al tomar las armas:
Pero haga el cielo lo que fuere servido: que tanto seré más estimado, si salgo con lo que pretendo, cuando a mayores peligros me he puesto que se pusieron los caballeros andantes de los pasados siglos.
En el prólogo a la II Parte de El Quijote, contestando Cervantes a la versión apócrifa de Avellaneda que le había acusado de viejo y mando, responderá que «o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que los vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan los venideros (…) que el soldado más bien parece muerto en batalla que libre en la fuga». Evidentemente nos viene decir que tanto el soldado como ciudadano no es libre cuando huye del honor o de la Justicia.
En el prólogo a sus Novelas Ejemplares, viene a repetir lo mismo que el prólogo a la II Parte «Perdió en la batalla naval de lepanto la mano izquierda de una arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosas, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros…»
Es evidente que será más estimado si sale con lo que pretende, y no pretende otra cosa que el perdón Real para regresar a España cuando supere los mayores peligros en Lepanto.
Federico Ortiz-Montero escribe que Cervantes: «Visita Milán, Venecia y Nápoles, ciudad esta última, la mejor para él: «ciudad la mejor de Europa y aún de todo el mundo». Luego estaría Sicilia, Lucca, Florencia y otras más. El haber estado y vivido en Italia será un factor decisivo para la formación material y espiritual de este gran escritor».
Toma la militar como arma de redimirse y liberación de la conciencia, y parte de Roma en dirección sur hacia Nápoles, en el año 1570 es soldado de una compañía española al mando de Marco Antonio Colonna (napolitano y súbdito del rey de España). En mayo de 1571 está con don Álvaro de Sande una vez constituida la Santa Liga y formada la armada de don Juan de Austria, llegan tropas españolas y que se incorporan a la nueva flota. En el verano 1571 llega a Italia la compañía de Diego de Urbina de los tercios de Miguel de Moncada, en agosto de ese año ya era soldado, también había llegado su hermano mayor Rodrigo. «La Marquesa» era una galera tipo Sottil, bandera de Génova de Giovanni Andaré Doria, al mando del capitán italiano Franchesco di San Pedro, de la escuadra de Brabariego que partió de Mesina hacia el Golgo de Patras o Lepanto, el 26 de septiembre llegan a Corfú.
La batalla naval sucedió el 7 de octubre de 1571, recibió dos arcabuzazos en el pecho y uno en la mano izquierda, para quedar inmortalizado como El manco de Lepanto y conservaría hasta su muerte con orgullo «herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlos Quinto, de felice memoria». Una obra cervantina hoy perdida es La batalla naval, obra que nos hubiera clarificado algunas sombras sobre su participación en la batalla de Lepanto, victoria relativa que no fue aprovechada por los supuesto vencedores, de la que los historiadores en su tesis doctorales han demostrado que no hubo tal victoria porque le Mediterráneo seguía siendo un mar inseguro con piratas y Elim. II, quedaba reconquistar Túnez, por los deseos de Santo Padre de cristianizar el norte de África. Por ello Cervantes, después de su recuperación en el puerto de Mesina, vuelve como soldado en los tercios viejos bajo las órdenes de Juan de Austria en 1572 y 1573, en Navarino, Corfú, La Goleta y Túnez junto a las de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, en octubre de 1573. Posteriormente pasa el otoño en Cerdeña:
Donde va a parar aquel otro de 1573, con su tercio, que era el de don Lopez de Figueroa (…) Son unos meses. Pero los suficientes para aquellas arcádicas tierras le inspiren una de sus obras más queridas: La Galatea.
Sabemos por Astrana Marín que el 15 de noviembre de 1574 cobraba en Palermo 25 escudos a cuente a de la soldada que se le debía. Me quedan algunas preguntas lógicas, ¿Cómo es posible que si Cervantes había quedado manco en Lepanto vuelva como soldado con un sólo brazo, qué era un superhéroe? En el oscuro periodo después de la batalla de Lepanto era un soldado con un único brazo útil, muy habilidoso debía ser para cargar un arcabuz con él, por ello, lo lógico es entender que en el tercio ejercería labores de aguador o escribiente o lo que se llama el chupatintas.
El 26 de septiembre de 1575 fue apresada la galera Sol por el albanés Arnaute Mamí, en la que regresaba a España, junto con su hermano Rodrigo, cerca de las playas de Aigues-Mortes, junto a las tres Marías, frente a Palamós. Cautivo por cinco años con Dalí Mamí, un cautiverio del que intenta escapar cuatro veces sin conseguirlo en Argel hasta el 19 de septiembre de 1580, fecha en la que los frailes trinitarios pagaron los 500 escudos de oro aportados por su madre y algunas donaciones.
La Historia de El Cautivo (Cap.39-42) de El Quijote, se nos cuenta la pérdida de La Goleta, se nos habla de la fortificación construida por Fratín, que era el ingeniero italiano Jácome Palearo o Paleazzo que sirvió a la Corona española . Aparece en El gallardo español como ingeniero.
Cervantes admira y canta a Roma, recojo las palabras de Cervantes en el Licenciado Vidriera, que no dice mejor que yo:
Roma, reina de las ciudades y señora del mundo. Visitó sus templos, adoró sus reliquias y admiró su grandeza. Y así como por las uñas del león se viene en conocimiento de su grandeza y ferocidad, así él sacó la de Roma por sus despedazados mármoles, medias y enteras estatuas, por sus rotos arcos y derribadas termas; por sus magníficos pórticos y anphiteatros grandes; por su famoso y santo río que siempre llena sus márgenes de agua y las beatifica con las infinitas reliquias de cuerpos de mártires que en ellas tuvieron sepultura; por sus puentes, que parece que se están mirando unas a otras; y por sus calles que con sólo el nombre cobran autoridad sobre todas las de las otras ciudades del mundo: la vía Apia, la Flaminia, la Julia, con otras deste jaez.
El discurso de Rafael Alberti al recibir el Premio Cervantes en 1983, recordó sus años de exilio en Roma, y dijo del alcalino:
Cervantes fue feliz viviendo lo que él, entusiasta, llamó la vida libre de Italia, a pesar de su pobreza y del rigor de sus dos años de soldado vagabundo, hasta que embarcó en la galera La Marquesa, para perder la mano izquierda en la batalla de Lepanto, llevando bajo la camisa, como coraza protectora, los poemas de Jorge Manrique que estaba leyendo.
Actualmente, Italia recuerda a Cervantes, exciten los Institutos Cervantes de Nápoles, Milán y el de Roma en Vía di Villa Albani nº 16 y hay una plaza dedicada a Miguel de Cervantes, amén de otras ciudades, cerca de la Gallería de Borghese, una zona de parques.