Tomás Mañas (Consejero de Bienestar Social) y Roberto Sabrido (Consejero de Sanidad)
Uno de los peores males que puede soportar un ser humano es la pérdida de la memoria, de los recuerdos, de aquellos momentos de la vida que constituyen nuestro único patrimonio, lo más íntimo de cada persona. Vernos despojados de esa capacidad de recordar y rememorar caras, momentos, olores, situaciones… es una experiencia que no deberíamos sufrir.
Sin embargo, los deseos no siempre concuerdan con la realidad, y la enfermedad de Alzheimer es algo tangible que cerca de 15.000 familias sufren en Castilla-La Mancha; y digo familias porque esta dolencia no sólo ataca a quien la padece directamente, sino que su familia, y más directamente la persona encargada de cuidar al enfermo, son quizás los principales afectados por el Alzheimer.
Por ello, nuestro primer mensaje es de aliento y solidaridad con estas familias que tienen en su seno a un enfermo de Alzheimer, que día tras día se afanan en cuidarlo, en ofrecerle todas las atenciones que demanda y en conseguir que su existencia sea lo más digna posible.
Nuestra solidaridad, y la de todo el Gobierno de Castilla-La Mancha, a estas familias y a las asociaciones que las agrupan, por su trabajo, su esfuerzo y el cariño que demuestran todos los días por ofrecer un mayor bienestar a los enfermos de Alzheimer.
Un bienestar al que queremos colaborar desde el Gobierno de Castilla-La Mancha para conseguir que cada vez sean más los recursos, las atenciones y los programas de ayuda a los enfermos y de apoyo a sus familiares.
Por eso ponemos en marcha centros de estancias diurnas, plazas residenciales específicas para tratar esta enfermedad, ayudas directas a las asociaciones y programas de ocio y salud, como el de Vacaciones para Enfermos del Azheimer y sus cuidadores directos, para compartir la carga que supone esta dolencia.
También estamos reforzando con más profesionales y con más servicios nuestra red de cuidados sanitarios domiciliarios, sobre todo de enfermería, desde los centros de atención primaria de la región, aunque en coordinación máxima con los hospitales y la red de servicios sociales, para garantizar la atención sanitaria a los enfermos y a sus familias en casos de máxima discapacidad.
No queremos finalizar sin transmitiros, a través de estas líneas, todo el afecto y la admiración por la labor que desarrollan las asociaciones y sus familiares y reiteraros el apoyo a todas aquellas iniciativas, que tengan como fin conseguir una mayor y mejor atención para todos.