Tomás Mañas (consejero de Bienestar Social)
Son figuras entrañables, imprescindibles en el desarrollo afectivo y emocional de los niños, son seres capaces de ofrecer cariño, amor y comprensión sin límites. Son los cómplices de los más pequeños en travesuras y caprichos y, para muchos de nosotros ya, son un recuerdo imborrable de nuestra infancia.
Los abuelos son siempre esas figuras protectoras a las que, en muchas ocasiones siendo niños, nos hemos acogido para tener la sensación de seguridad, el consejo de la experiencia o el calor de la comprensión.
A pesar de los cambios que la sociedad, la familia y, más concretamente, las personas mayores han experimentado en los últimos años, la figura de los abuelos sigue siendo fundamental dentro de la unidad familiar. Su ausencia se hace notar de manera notable y su presencia es un estímulo, una ayuda para todos los miembros de la familia.
Por eso, en esta sociedad tan alocada, que vive el día a día de manera frenética y que se detiene poco para reflexionar, e incluso para agradecer todo aquello que posee, es justo que paremos un momento para pensar en ellos. En esas personas mayores que son, en muchas ocasiones, el nexo de unión de muchas familias y el apoyo último al que todos hemos recurrido.
El día 26 de julio debe ser, por tanto, una jornada para dar un bien merecido homenaje a todas estas personas que nos han legado el mundo que actualmente tenemos. Un mundo que no es perfecto pero que, a buen seguro, es mucho mejor del que ellos vivieron.
Sin embargo, esta jornada festiva no puede ser utilizada como excusa para olvidarnos, durante el resto del año, de unas personas que nos han dado todo: su esfuerzo, su amor, su cariño y su dedicación.
Por eso desde las administraciones públicas, desde el Gobierno de Castilla-La Mancha, ponemos todo nuestro empeño en conseguir que la vida de las personas mayores sea lo más agradable, lo más cómoda posible y puedan disponer de todas las atenciones que precisen.
Programas como los de alojamiento residencial, viviendas de mayores, teleasistencia, ayuda a domicilio, estancias diurnas, turismo social o termalismo, por citar sólo unos pocos, son buena muestra de lo que digo.
Sin embargo, esta atención de las administraciones públicas no descarga a las familias de la responsabilidad que tienen en la búsqueda del bienestar para sus mayores, por eso creo que todos juntos debemos recorrer un camino cuya única meta debe ser conseguir que nuestros abuelos puedan gozar de una vida tranquila y con todas las atenciones que se merecen.